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Muy cerca del Cap d’es Jueu queda la pequeña Illa de sa Galera, y en frente, dos islotes rocosos bastantes grandes, altos y escarpados, consistentes de piedra calcárea de color blancuzco, que en la distancia pudieren antojársenos icebergs. Estos dos peñascos constituyen uno de los máximos atractivos de la costa ibicenca y son conocidos respectivamente como es Vedrà y es Vedranell. El primero es a la vez el más voluminoso y escarpado, y se halla mar adentro, aproximadamente a una milla del Cap d’es Jueu.
Es Vedranell, situado entre es Vedrà y el Cap d’es Jueu es más pequeño y llano que su hermano mayor, también más alargado, y presenta dos extremos en forma de promontorio elevado; por lo demás es igual de rocoso y despoblado que el otro.
Es ciertamente magnífica la vista que retrospectivamente se nos ofrece de los Illots d’es Vedrà. Sus peladas formaciones rocosas se nos aparecen ahora en cálidas tonalidades, el mar se nos antoja más azul y transparente que nunca, y el conjunto parece tan etéreo, pese a lo bien dibujado de sus perfiles, que resulta difícil imaginarse que pueda existir mayos belleza con tanto carácter mediterráneo.
Divisamos seguidamente la redondeada Punta de ses Roques Males, que forman el extremo suroeste de un promontorio casi cuadrangular cuya punta norte recibe el nombre de Rovira.
Frente a este promontorio damos con un grupo de islotes, el primero de los cuales –proviniendo del sur- es la llamada Illa de s’Espartar o de s’Espart, quedista apenas una milla marina de la Punta de ses Roques Males y aparece rodeada de tres pequeños escollos.
La Illa Conillera, conocida también como Conejera y Conejera Grande, es mucho mayor que la d’es Bosc.
Se encuentra a un ¼ de milla al norte de esta, presenta una configuración alargada y, así, se extiende 1 ¼ milla de Sur a Norte, dando perfecta protección al puerto de Sant Antoni. Sus perpendiculares paredes laterales son también mucho más altas que las de su vecina, aunque igual de estratificadas y escarpadas. Las rocas de que se componen una y otra ofrecen una completa gama de tonalidades desde el blanco más luminoso al gris oscuro. Cerca del mar, los peñascos carcomidos forman una muralla esponjosa frente a las impetuosas olas.
La casa del faro es un edificio redondo cuyas diferentes dependencias se hayan dispuestas entre dos paredes concéntricas de fábrica común, con un zócalo de piedra calcárea compacta.
La torre ocupa el centro del edificio y va disminuyendo imperceptiblemente de diámetro a medida que se eleva; es de construcción sencilla, interior y exteriormente revestida de piedra arenisca encalada.
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Primera parte: Las Antiguas Pitiusas. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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