Al volver a nuestro habitual punto de salida, la iglesia de Santa Eulàlia, pasaremos por el Carrer d’En Fiol, de casas casi todas nuevas y con balcones, y encontraremos, en dirección al Socors, tres calles casi paralelas. En primer lugar el Carrer d’En Sans y la calle, muy estrecha, de Terra Santa. En la casa nº68, cuyo arco de entrada está sostenido por capiteles antiguos, se encuentra en el zaguán, a la derecha, un precioso pequeño portal gótico con arco triple apoyado en grifos con columnillas delicadas a sus lados, ornamentadas con follajes labrados; en su cetro, rodeado de un festón, está un escudo antiguo con un ángel. En la casa nº29 se ven, en su fachada de piedra, algunos restos de viejas coronelles, las columnas octagonales que sostienen el alero, y en su patio, sencillo, puede contemplarse también lo que queda de una antigua coronella de cuatro arcos. En el arco del zaguán hay ángeles sosteniendo un escudo con una torre y un león. Debajo de un arco arranca la escalera antigua, pero sencilla, a la que se abre un valioso portalillo. En la casa nº11, que tiene igualmente alero sostenido por columnas octagonales, puede verse una antigua escalera gótica y un pequeño patio muy interesante.
Encontraremos primeramente el Carrer de la Corderia, que está delante del mercado de la carne. Es una calle recta, flanqueada por soportales sostenidos por bastas columnas cuadradas. Las casas son nuevas y en ellas habitan zapateros, cordeleros de esparto y torneros. Las casas de la izquierda son más pobres generalmente, con pórticos de arcos redondos, aunque también hay algunos de arco apuntado. Lo grandes soportales están divididos en dos pisos donde se desarrollan los más diversos trabajos de las esparterías. Al final de la calle y, a mano derecha, se encuentra el antiguo mercado de cereales llamado La Quartera.
Finalmente hemos de recordar el Carrer de la Galera que sale hacia el final del Carrer dels Hostals, con sus emotivos y fantásticos balcones y el también muy pintoresco Carrer del Corral.
En las casas, bastante pobres, del final del Carrer del Sindicat, hay numerosos tejedores, y a su salida se encuentra la Plaça de Sant Antoni. Esta plaza es bastante espaciosa y forma un triángulo alargado, con cinco soportales salientes sostenidos por pilastras cuadradas que, en parte, son utilizados para dejar los carros de los payeses que se hospedan en las hosterías y posadas cercanas, y en parte usados por los maestros de las carreterías como taller. El movimiento es muy grande en esta plaza, y de ella salía, antes de existir el ferrocarril, la ruidosa diligencia de Manacor. En un extremo de la plaza, a la derecha, se levanta el oratorio de Sant Antoni; delante de esta iglesia hay un edificio gótico de mucho carácter."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: Ciudad de Palma. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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