Paxos y Antipaxos

Porto Gayo. Isla de la Madonna

La Isola della Madonna que protege la entrada de Porto Gayo, ofrece en el lado interior en frente del puerto, una escalera como embarcadero dentro de la caliza quebradiza y horizontalmente laminada, al lado de una grúa de madera para levantar el barco de los vigilantes del faro, llamado Sto Kaponi. Desde aquí sube el camino en escalones anchos y luego en resaltos cómodos hasta arriba al sitio más alto de la isla, la entrada del convento con una puerta cuadrada y un arco doble de campana con un frontón de volutas. La colina pedregosa está cubierta de Asfakas [=salvia ?] y algunas almácigas. Muy hermosa es la vista hacia atrás a la entrada de Porto Gayo con la isla de San Nicoló delante, coronada por el castillo y a la derecha a la costa con los despeñaderos blancos de Capo Bianco como fondo y las alturas de la costa oeste de Corfú que parecen como pilones de azúcar.

Con cuatro escalones llegamos al convento en cuyo lado hay tres higueras y otros arbolitos. A la derecha hay un peral viejo y una pequeña casita que depende de la iglesia. El suelo está pavimentado muy bien. En medio del mismo hay una plancha con un águila doble y la fecha 1850. La puerta principal de la iglesia va hacia el convento en cuya planta baja se encuentra un pequeño comedor y en la planta superior hay cuatro celdas. Desde el comedor se pasa por una puerta hacia un pequeño jardín de viñas rodeado de muros caídos, con terrazas estrechas que hoy en día casi no se emplea.

Abajo está la pequeña habitación de los vigilantes del faro, que ahora hay tres de ellos, con una chimenea baja. Una pequeña puerta lleva a una escalera de madera que sube en cuatro escalones hacia el cupulino. Este se levanta 31 metros por encima del mar, tiene una verja de hierro alrededor y un cupulino con una estructura metálica y un vidrio reflectante para el aparato, que produce una luz fija que se puede ver desde una distancia de 10 millas. Desde el cupulino se ve muy bonita la entrada al puerto y los terrenos amurallados del convento, hacia fuera Scoglio Zuane y como mágico la costa de Albania y de Corfú.

Hacia el norte hay una pequeña puerta en la pared del jardín del convento. Hacia el final del camino en redondo crecen algunos arbustos de almácigas, arraclanes y moras, además de un ciprés solitario al lado de una casita que sirve a los corderos que disfrutan el cargo prado de la isla como refugio.”

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