Los Informes de Comparación están bajo licencia de:
Bajando desde el Portal de Ses Taules por la ancha calle que lleva a la Marina se llega a la relativamente desahogada Plaça de La Constitució, cuyo nombre obedece a que, siguiendo la costumbre española, fue en ella desde la que se dio noticia primera de la promulgación de la Ley Fundamental del Estado.
Un poco más adelante, al pie de la muralla, se encuentra la Font de la Vila, alimentada por una conducción subterránea desde un manantial cercano a la parroquia de Sant Rafel. A la derecha está situada la pequeña e irregular Plaça d’es Carbó, donde este es vendido en una superficie en gran parte aún por empedrar. En otra plazoleta contigua a la de la Constitució, la llamada Plaça de se Verdures, así como en parte de aquella y en el vecino Carrer Curt queda ubicado el mercado de frutas y verduras; en este se encuentran también los grandes tocones y bancos de madera de los carniceros. Desde la Plaça de ses Verdures, es Carrer Curt lleva en dirección al Norte hasta la Plaça de Sant Telm, de forma irregularmente rectangular, uno de cuyos lados está ocupado por la iglesia de Sant Domingo o Sant Telm, a lo largo de la cual discurren sendas callejas.
Próximas al muelle quedan las calles más anchas del barrio, siendo es Carrer de la Mar una de las más bonitas. Todas discurren paralelamente teniendo como fondo bien la muralla y el campanario de la Catedral, bien las aguas del puerto. Por lo que se refiere al muelle propiamente dicho, forma una especie de dique que penetra cierto trecho en la rada, en cuya parte Norte damos con el bajo y feo edificio de la Capitanía del Puerto.
Al final de dicho recorrido se encuentra la punta Sureste de Eivissa, con una especie de fortificación casi triangular que guarda la entrada del puerto y cuya parte más sobresaliente está ocupada por la Torre del Mar, con una pequeña caseta de centinela. Por lo demás, la vista que se ofrece desde la terraza es ciertamente encantadora.
Si nos encaminamos hacia el Norte alcanzaremos la base de la muralla del Baluard de Santa Llúcia, donde en un tramo considerable no hay más que algunas cabañas, techadas con una simple capa de tierra, destinadas a dar cobijo a unos cerdos. Dejando atrás algunas casitas construidas con aglomerado calcáreo y por unas callejas muy estrechas el paseante da, al fin, con el punto de partida elegido para nuestra descripción de la Marina: la Plaça de ma Constitució.
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Primera parte: Las Antiguas Pitiusas. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
Programación: torresmarques.com :: Diseño: Digitalpoint