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"Inca, cabeza de partido es, fuera de Palma, el lugar de Mallorca con carácter más urbano, pese a que por el número de habitantes, 4.729, ocupa sólo el quinto lugar de la isla. Cuenta con 1.365 casas, 39 de ellas desiertas, 421 de dos casas, 70 de tres, 7 de cuatro y las restantes de una sola. En el Carrer de Palma se encuentra la vieja casa consistorial, sólida construcción de piedra con voladizo alero y sencillo cabrio y armas de la ciudad sobre la entrada de arco de medio punto. Según parece la primera iglesia de Inca fue una de las mezquitas reconvertidas al culto cristiano (el lugar existía ya en tiempos de la conquista) bajo la advocación del Apóstol Bartolomé.
La iglesia parroquial presenta un frente sencillo y de escaso gusto, con rosetón central y portal poco agraciado sobre el que se lee la fecha de 1843. Destaca en la parte derecha una torre aislada de ocho plantas, unida por la inferior al templo por medio de un arco ojival; las dos más altas abren al entrono dos ventanas asimismo ojivales, y la cumbrera culmina en una terraza a 151,36 m. sobre el nivel del mar con pequeña cúpula de estilo barroco. El interior de la gran nave presenta una bóveda sostenida por siete arcos de medio punto y delimitada por una robusta cornisa que a su vez descansa sobre siete columnas jónicas lisas de mármol rojizo extraído del Puig des Roure de Inca.
En la sacristía se conserva un muy interesante cuadro de la Virgen sobre fondo morado. La Madre de Dios viste una túnica verde orillada de oro, y el Niño, de rojo, lleva en la mano una cinta con la inscripción: “ego sum tua…”. Debajo de la inscripción, con dos escudos de armas representativos de las de Inca, destacan sobre fondo rojo las palabras: “Joan darder me ha pintada l’any 1373”.
Además de la parroquial cuenta Inca con dos iglesias más: las de Sant Domingo y de Sant Francesc, la primera en la plazuela de igual nombre. El monasterio de los dominicos, al igual que su iglesia, fueron erigidos en 1604 a raíz del voto hecho por los píos habitantes de Inca.
Presenta un frontón sencillo con portal barroco, rosetón central y campanario con dos arcos de medio punto en lo alto, en la parte izquierda. El interior se configura en forma de bóveda de cañón sostenida por cuatro arcos que descansan sobre una cornisa sobre sendas columnas lisa pseudojónicas. Además de la capilla del altar mayor, que va estrechándose en profundidad, hay cuatro más a los lados, la primera de la derecha ocupada por una puerta.
La iglesia de Sant Francesc se alza asimismo en la plazuela homónima. El lugar está dedicado a Sant Francesc d’Asís, cuya estatua preside el altar mayor. La fachada principal es muy sencilla, con portal ojival y hermoso rosetón gótico. El interior, en forma de bóveda de cañón sostenida por cinco arcos sobre igual número de columnas con capitel pseudorústico entre las que el paramento cuneiforme abre sendas ventanas. En cada lateral se encuentran seis capillas en arco de medio punto sobre pilastras lisas; una de las existentes en la parte de la izquierda es tomada por una entrada lateral que da a una rúa; otra en la parte derecha da acceso al monasterio. Al igual que en el templo precedente es Iglesia Ayuda de la parroquial. El edificio del monasterio, con 17 monjes al sobrevenir la suspensión de la vida monástica, fue vendido a particulares.
Por detrás de Inca se alza el llamado Serral de Ses Monges, donde se encuentra el Convent de Ses Monges de Sant Jeroni de Sant Bartomeu, establecido en 1534 por las monjas jerónimas que habían abandonado el Puig de santa Magdalena. La pequeña iglesia, dedicada al Apóstol Bartolomé y otrora parroquial de Inca, luego donada a las monjas dichas, presenta una bóveda de cañón, capilla mayor que se angosta en profundidad y tres capillas con sendos arcos escarzados a cada lado, una de las de la izquierda con las reliquias de la venerable Sor Clara Andreu, de la Orden de las Jerónimas, mujer de gran diligencia y laboriosidad fallecida el 24 de junio de 1628 y cuyos restos permanecieron incorruptos.
En un fresco comedor destaca la presencia de numerosas escudillas fabricadas en Inca, cuya ornamentación en verde fosco les confiere un aspecto marmóreo; al lado, la hermosa cocina orientada hacia la Porxada (porche) del patio, con cisterna en el centro y lavadero de piedra de Binissalem recubierta de conchas. Aún hay otra Clastra con algunas higueras y una hornacina de piedra caliza muy fina con una imagen de la Venerable; sobre la puerta, numerosos exvotos, junto a ella otra cisterna. Adosada queda una pequeña estancia donde se prepara la pasta para los Congrets (bizcochos) con ayuda de unas paletas regularmente accionadas por una rueda dentada.
Inca es una ciudad con notable ajetreo y vitalidad; también la vendimia contribuye a tanto trajín, pues no es poco el vino que se obtiene en estos pagos, y la localidad cuenta con numerosos Cellers, muchos de ellos dotados aún de las viejas Botes Congrenyades. Por las mañanas reina en la Plaça de l’Esglèsia un movimiento constante a causa del mercado de fruta que acoge; además cada jueves se celebra en Inca una feria de ganado a la que acuden con sus reses todos los campesinos de la comarca; y si dicho día cae en festivo, suple entonces el miércoles, como ocurre por ejemplo en Jueves Santo. Dos jueves, no obstante, están libre de feria: el que precede y el que sigue al día de mercado anual. Este tiene en Inca cinco ediciones: en los dos últimos domingos del mes de octubre y primero de noviembre, el primer jueves del mes de mayo, conocido como Dijous Bo, y el segundo jueves del mes de noviembre, también llamado como el anterior.
Uno de los lugares dignos de visitar en Inca es el Puig de santa Magdalena, en parla común simplemente el Puig d’Inca.
El exterior de la iglesia es muy sencillo. La fachada principal es lisa, con campanario ojival, pequeño rosetón y portal en arco de medio punto con columnas y cornisa perimetral. En el atrio se ven a ambos lados las piedras naturales, que en determinados lugares sustituyen incluso al enlucido Trispol.
Destacan por su belleza las vigas con adornos entrecruzados en rojo, rosa, blanco y verde. El modesto altar mayor aloja una estatua de santa Magdalena; hay otro lateral, y un tercero llamado Santo Cristo junto a una basta cancela. Queda adosado a la iglesia por su parte derecha el edificio conventual a cuyo portal en arco de medio punto conduce una escalera de 16 peldaños, desde la que a su vez se ofrece una bella panorámica del llano de s’Albufera, Sa Pobla y Muro, Cap des Pinar y de Ferrutx, Colls d’Artà, Puig de Bonany, Sant Salvador y Randa así como, allende la segunda cima de Santa Magdalena, el Puig de Son Blai, la llanada que se abre en dirección al mar y la impresionante sucesión de cumbres de la Serra a modo de telón de fondo de Inca.
La vista que se ofrece hacia el norte es particularmente bella: Selva, Mancor, Caimari, Moscari, Campanet, Búger, Sa Pobla y la bahía de Pollença, ocupando el centro de esta panorámica ambos el Puig Major y las abruptas cumbres de Alaró.
Para seguir desde Inca carretera adelante en dirección a Alcúdia hay que dejar la primera por el Carrer de la Sirena.
Más adelante se ensancha el terreno en dirección sur dejando ver Sa Pobla al fondo de la uniforme llanada. Las exuberantes pitas alineadas a lo largo de los arcenes delatan el carácter meridional del clima, no menos que los hermosos almendros, granados y opulentas chumberas que en gran número parecen haber puesto sitio a las casas periféricas de Búger, donde cuesta arriba hacemos entrada por el llamado Carrer de la Carretera. Cuenta el lugar con 649 habitantes y 211 casas, 3 de ellas desiertas, 9 de ellas de dos plantas y las restantes de una sola. En nuestro ascenso por aquella hemos pasado junto a una sencilla cruz de piedra donde el acostumbrado basamento escalonado esta vez ha sido reemplazado por una esfera lisa a modo de pedestal. Nos encontramos así en la Plaça de la Constitució o Plaça Major, de ras pedregoso y ligeramente en cuesta, como el resto de las calles del lugar orillado de casitas pequeñas, parra a la puerta las más. En la parte de detrás del pueblo y a su vez punto más alto se encuentra la iglesia de Sant Pere Apòstol encumbrada en una escalinata. La iglesia presenta un frente sencillo con rosetón central. En su parte derecha se adosa una torre cuadrangular que abre a cada lado sendas ventanas ojivales y se corona con una cimera piramidal con sobresalientes piedras angulares a 128,84 m. por encima del nivel del mar. El interior presenta una bóveda de cañón sostenida por seis arcos de medio punto, altar mayor en capilla que va angostándose en profundidad, cuatro capillas más a cada lado y galería para el coro y órgano encima de la entrada principal. Un segundo órgano ocupa la segunda capilla de la derecha, también tomada por una puerta lateral. También de esa mano queda, en la primera capilla, una bella representación del Descenso de la Cruz con numerosas figuras sobre fondo oscuro. Cerca de la iglesia, en el amplio Carrer Major, destaca la presencia de dos nuevas cruces de piedra sobre base esférica.
Dejamos a la derecha un buen camino que va en busca de Sa Pobla y salvamos el ahora seco y pedregoso cauce de un torrente nacido en las colinas.
El terreno se allana notablemente extendiéndose en dirección sur por la anchurosa llanura que forma las márgenes de la bahía de Alcúdia. Los campos gozan de abundante riego gracias a la presencia de numerosas norias de las que los pletóricos conductos que sobre estacas despiden en direcciones varias dan lugar a ocasionales cascadas.
Dejando la llanada de la Albufera a nuestras espaldas y volviendo ahora nuestros pasos en dirección noreste damos enseguida con un valle asaz holgado cuyo feraz suelo se atraca d higueras y se salpica de casitas aisladas con techumbre inclinada. Configuran la ladera derecha del valle las plurales cimas de la cadena de Sant Martí que separa el valle, y con él la carretera, de los esteros de la Albufera. Sus laderas se componen de caliza gris que aflora cual escoria entre los incontables arbustos de palmito, mientras que por el otro lado configuran una prolongada vertiente en dirección a la llanura. Al pie crecen con provecho algunos pinos, también se descubre en este paraje una casa con vieja torre almenada adyacente. La margen izquierda del valle forma una dilatada lomera con vegetación arbustiva a cuyos pies hay un boscaje de pinos junto al que se intercalan algarrobos e higueras.
Un puente nos permite salvar el Torrent de Sant Miquel, seco en verano, y el camino cursa en lo sucesivo, ancho y en buen estado, a la sombra de algunos acebuches u orillado de infranqueables macizos de pitas en algunos tramos.
Después de cruzar abundosos higuerales hacemos la entrada en Sa Pobla por el Carrer del Cementeri. Esta localidad, aún estando en plena llanada, destaca por la altura de su iglesia y por la corte de molinos de viento dispersos en los bancales que la rodean. Cuenta 3.453 habitantes, es decir casi la totalidad de los que pueblan el término, 3.637 en número, dado que en los insalubres estéreos del entorno sólo se cuentan 36 casas aisladas. Son 1.332, en cambio, las existentes en el lugar, de las que 52 aparecen desiertas, 83 son de dos plantas y las restantes de una sola, en su mayoría pequeñas, de color gris amarillento y lóbregas como casi todas las del llano de Mallorca, unas con portal rectangular, otras en arco de medio punto. El Carrer Ample y el Carrer Major son los más importantes del pueblo, el segundo atravesándolo en toda su extensión y adornándose en su extremos oriental con la presencia de una mayestática palmera datilera. Casi en el centro de la localidad, una plazuela lleva el nombre usual de Plaça de la Constitució da a su vez cabida a la casa consistorial, algo más notable que las restantes. La iglesia que queda al extremo occidental del lugar es de data relativamente reciente. Presenta un sencillo frontón de piedra, dividido en tres sectores por medio de cornisas, el inferior con el portal y el medio con un modesto rosetón. En la parte izquierda se alza una torre cuadrangular de cuatro plantas, las dos superiores abiertas por dos ventanas ojivales en cada una de sus lados, a nivel que alcanza 50,90 m. por encima del nivel del mar. El interior románico renacentista no está exento de belleza. La bóveda es sostenida por ocho arcos de medio punto entre los que se entrecruzan de manera simple las nervaduras que arrancando de aquellos dan firme en sendas columnas lisas con capitel románico, asiento a su vez de una voluminosa cornisa. El templo posee una capilla mayor en forma de nicho y una galería balaustrada sobre dos arcos de medio punto encima de la entrada principal. Hay seis apuntadas capillas más por lado, una de las cuales, llamada de las Ànimes, segunda por la izquierda, parece harto antigua; puede que reste de una iglesia anterior y contiene viejas representaciones piadosas sobre madera; la capilla siguiente, tercera pues, es ocupada por una entrada lateral. La que queda opuesta a ella, llamada del Roser, es muy grande y la única que no aparece encalada en blanco. Hay en el altar mayor sendas imágenes de Sant Antoni Abat y Santa Margalida, patrona de la localidad.
Muro se encuentra en un altozano que domina todo el entorno en amplia panorámica con la hermosa Serra como telón de fondo y rodeado de molinos de viento. Cuenta con 3.174 habitantes y 1.088 casas, 71 de ellas desiertas; y como en Sa Pobla, casi todas las moradas se concentran en el casco interior, dado que son apenas 10 las establecidas en los alrededores. Las casas son pequeñas, 315 de una sola planta, las restantes de dos y todas provistas de grandes portalones en arco de medio punto. Las hay totalmente huérfanas de ventanas, y otras con pequeños ventanucos con alféizar. Muchas han sido construidas con bloques de mares. Las callejas son rectas y si pavimentar.
La iglesia presenta un hermoso rosetón en la fachada principal, de portal sencillo; más hermoso es el lateral, presidido por la Virgen venerada por dos ángeles y dos santos, que data de 1778. Los nueve contrafuertes de cada lado se unen por medio de arcos de medio punto. La elevada torre es cuadrangular y alcanza hasta siete plantas, las dos superiores con ventanas ojivales a cada lado. De la terraza distal alcanza una torrecilla cuya cimera se encuentra a 117 m. por encima del nivel del mar. Las esquinas del templo cierran en forma de torreones. Un pequeño arco une la torre con una de las ocho torrecillas octogonales de la iglesia con que aparece flanqueada la fachada frontal. El interior se configura en forma de nave gótica sostenida por siete arcos, con galería sobre la entrada principal, nervaduras que se entrecruzan de manera simple y escudo de armas en la clave de la bóveda. Nueve nervaduras arrancan de la clave del coro para asentar sobre estilizadas columnas, coronadas por sendos capiteles pseudojónicos. En el espacio que queda entre los arcos hay una ventana ojival hoy cegada. La iglesia presenta seis capillas a cada lado y una debajo del coro; la tercera de la izquierda es de grandes dimensiones; su contralateral está ocupada por una de las entradas del templo."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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