Bora y otros vientos
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Lo que dice el Arxiduc:
“La entrada en el puerto es normalmente fácil, sobre todo si hay siroco; esto es sumamente importante, porque es el único viento peligroso que hay en el golfo de Fiume que lleva los barcos hacía la costa. Muy difícil es entrar si hay Bora , ya algunas veces es imposible, con tanta fuerza sopla el viento desde la bahía interior hacía fuera que corren unos remolinos espumosos (Reffoli´s) encima de las olas con tremenda rapidez. Lo bueno es que se puede ir hacía el norte por el fondo del Golfo di Fiume que está totalmente protegido de la Bora, o si uno ya ha pasado la boca de Buccari, que de vez en cuando causa problemas a los veleros, se busca refugio enseguida detrás de la punta del puerto de porto Rè. Y si uno ha llegado a la Punta d´Ostro en el oeste se puede entrar en el Canal di Maltempo y se puede anclar en el Valle Bonaccia o en la bahía se Dubno más en el sur.
Si hay Bora normalmente se puede salir del puerto a través del Golfo di Buccarizza; uno se mantiene lo más cerca en el borde de la izquierda y se deja llevar por los Riffoli´s hacía la boca. Pero desde el Golfo di Buccari es casi imposible salir si hay Bora fuerte. Si uno se atreve, tiene que mantenerse muy cerca al borde del este e intentar llegar con vapor o remando hasta la Bahía di Buccarizza. Los vientos que complican la salida ayudan la entrada por supuesto. “
A.L.S.: Buccari, Praga 1871
Datos proyecto Nixe III:
Tuvimos la suerte de navegar con un tiempo anticiclónico espléndido en toda la zona del Golfo de Fiume. La entrada por la boca de Buccari es lo suficientemente ancha como para que no deba provocar muchos problemas. Efectivamente si sopla el viento del noreste, el Bora, refugiarse directamente en Kraljevica, justo en la entrada de la Boca de Buccari, es una muy buena opción.
La misma entrada que dibuja el Archiduque desde los altos situados al norte, la fotografiamos desde el mar y saliendo hacia el exterior. A la izquierda de la fotografía se halla el monte que queda justo en frente del paso en el grabado del Archiduque.
Y tan sólo siguiendo unos instantes se abre frente a nosotros la entrada hacia Kraljevica en la que se ve el castillo de los Frangipani, y al fondo el faro. Todo con un tiempo perfectamente en calma.
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