“En frente del balneario una arena fina y suave como el terciopelo se extiende sobre toda la longitud de la ensenada de la bahía desvaneciéndose finalmente contre las rocas de la orilla.
El agua es de gran pureza, ningún signo de impureza, imposible encontrar agua más limpia y transparente. En realidad el agua tiene muy pocas sales. Esto se explica por la gran cantidad de corrientes de agua dulce que se dirigen hacia el Quarnero, tal como sucede asimismo en los alrededores de Buccori, Fiume, etc.
La hora más agradable para bañarse es al final de la tarde al mismo tiempo que el sol se esconde detrás de las alturas de Veprinaz y toda la piscina de los baños queda a la sombra beneficiosa; sombra que llega hasta el cierre del cerco que la rodea y que impide el paso a los tiburones tan abundantes en Quarnero.”
Archiduque Luis Salvador de Austria, Feuilles volantes d’Abazia, P. Ollendorf, Paris, 1887
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