"Damos en Sa Punta des Fortí con una cueva natural y con la cala de Sa Barbacana entre desmoronados cantiles; siguen el doble Caló d’En Mornes, rocoso y con estratificaciones horizontales y una rada de más entidad llamada Es Portitxol, con orillas de fina arena y que en su parte derecha ofrece una buena protección de la mar abierta.
Sa Nau o Ras, es muy abierta de bocana pero penetra luego profundamente ofreciendo buen abrigo al navegante; queda enmarcada entre “parets” y cierra el fondo con un higueral. La orilla es de fina arena que se viste de pinar a la izquierda en torno a una barraca de sillares de marés. Más adelante aparece el arco natural llamado Es Pontàs, antesala de Cala Mitjana. Destaca en el rojizo cantil la presencia de una cueva marina feudo de palomas silvestres, una punta con garita de vigía en lo alto y un farallón liso de cima llana al que sigue Cala Ferrera. Está presente a la izquierda el Caló de Ses Dones, con orilla de arena poblada de pinos y el Castell de Santueri y Sant Salvador al fondo; a la derecha, en cambio, se abre una angosta cañada con pozo rodeado de cañas.
Cala Llonga, muy larga y bien protegida por la punta del Fortí pero lamentablemente somera de aguas, nos presenta dos radas con orilla de arena y a la izquierda una casita con cubierta muy apuntada para guardar una embarcación; otras dos próximas tienen sin duda igual uso. Al fondo de una escotadura hay una cantera de marés con dos barracas, una en ruinas. Una castillo cuadrangular, Es Fortí o batería Nova de Cala Llonga, fue construido en 1793 a instancias del comandante general de la isla Bernat Tortosa y a expensas de los habitantes de Santanyí. Mide 25 m. de lado con unos dos metros de grueso en el muro, talud basal y portón rectangular en el antepatio.
La cala siguiente, llamada de Les Egos, se adentra mucho en tierra, tiene cabeza de playa, muy angosta y conspicuas estratificaciones en la ladera derecha; presenta algunos pinos al fondo junto a la desembocadura de un barranco y una pared solitaria hasta la misma orilla pedregosa; la sonda mide 3-11 brazas y el tenedero de alga. Aparece luego Es Caló d’Es Llamp y enseguida Portopetro al fondo de una escotadura con una torre cuadrangular a la izquierda.
Portopetro es un hermoso y ancho fondeadero muy indicado para pequeñas embarcaciones, con 6-11 brazas de fondo y tenedero de alga y fango; forma a la derecha una pequeña rada rocosa con un horno de cal, altos cubiertos de pinos en torno a Sa Punta, doble cañada al fondo, numerosas higueras y una playa con casa y cabaña para su bote; algo más a la izquierda, en el llamado Caló d’Es Moix, hay dos casas más, la de la cota inferior con cubierta abovedada y puerta para guardar una embarcación. A la izquierda de la torre, en terrenos de una escotadura harto notable del pueblo hay aún dos “calons” y a su derecha una playa con pinos, higueras y otros árboles amén de varios labrantíos y una pequeña barraca para un bote. La torre del siglo XVII o Castell de Portopetro es una de las más majestuosas de la isla.
Una garita de vigía corona la punta siguiente sobre la larga Cala Mondragó con dos playas de arena, campos de labor al fondo y Es Caló d’En Garrot a la derecha, con una casita y numerosos pinos; la primera tiene una hermosa orilla que se extiende en la desembocadura de una doble barrancada, cuenta con fondo de 2-6 brazas y tenedero de alga y fango. La cierra un promontorio con un arco natural y luego el llamado Cap Des Moro, de laderas más pinas y estratificada, garita cimera de vigilancia, cantiles desmoronados y canteras de marés próxima; luego el Caló Des Sivinar con un solitario escollo a la derecha de la bocana, una costa horadada en numerosos arcos naturales y los cortes de abruptas barrancadas.
Pronto se nos hace visible la torre de Santanyí junto a cuya base en forma de talud hay numerosos bloques de tierra desprendidos del cantil y que junto con la punta de Cala Llonga al este y la de Cap Salines al oeste cuenta entre las más sobresalientes de la costa. Angosta y a guisa de río se nos presenta la cala que recibe el nombre de Port de Santanyí por cuya ribera izquierda discurre la carretera de Santanyí al mar en busca de dos “carregadors” en forma de talud con escalones a cada lado. El puerto dicho, que no es en rigor sino una simple cala, sonda en su bocana hasta 16 brazas, pero su vuelve pronto muy somero de aguas, fangoso de fondo y rocoso de orilla y da lugar a dos pequeñas radas, la de la derecha con dos barrancos al fondo y orilla con muy poco agua y la de la izquierda más larga aún tierra adentro. En el promontorio que las separa hay una casita excavada en la roca con un reloj de sol y una puerta para varar un bote. Ocupa el fondo de esta caleta una cañada con chopos.
Por detrás del puerto de Santanyí se suceden los cantiles descarnado con estratos horizontales de marés y multitud de peñascos a lo largo de la costa, baja o de altura media hasta el desnudo promontorio coronado por Sa Torre Nova, que en comparación con la sobresaliente torre de Santanyí queda muy adentrada y por detrás de la cual se extiende Cala Figuera, con 2-6 brazas de agua y fondo de arena, en cuya ladera izquierda se alza conspicuo un altivo farallón. Quedan a uno y otro lado uynos altos de cima llana, y donde desemboca la doble barrancada hay una playa de fina arena con una casita entre chumberas a la izquierda, con cinco embarcaderos o “escars” al pie, uno de los cuales, totalmente en ruinas, fue excavado de la roca.
Más allá de la cala aparecen tres escollos aislados, uno de ellos en forma de seta y otro al pie del farallón perforado de nombre Es Pontàs al que se opone una cueva doble con pilastra central. Es muy pintoresco la obra de la naturaleza en estos parajes, pues a esa especie de puente natural sigue una escotadura en forma de herradura a la entrada de una barranco en cuya ladera izquierda y al abrigo de unos peñascos aparece un “escar” con una casita al lado antes de doblar la aromada punta rocosa y playa de Cala Llombards.
Salvada una punta aparece la hermosa Cala Fontanella con cuatro “escars” en el amarillo marés y tres casitas con techumbre de tierra; a la derecha, en la negra piedra hay una cueva en cuyo blando marés han tallado los pescadores un lecho, una cocina y un lugar para guardar el bote; vemos en ella también algunos “cossis” para teñir las redes. Las tres casas, cercadas de losas de marés y con paredes insertas en la misma tierra están provistas de chimenea y su cubierta de tierra es muy apuntada; las delimita una pared con una puertecilla que abre al sur. El lugar ofrece una bella vista de la costa y de Cabrera. Sigue luego el Cap Blanc de s’Amonia con altos cantiles blancos y sobresalientes bancales en la base. Pero antes damos con una cueva marina de ancha boca y cúpula abierta en lo más alto junto a dos canteras de marés; doblado el cabo aparece aún otra, que precede a un solitario escollo frente al abrupto promontorio llamado el Calafat y a la pequeña cala rocosa de Figuereta con cuevas a la derecha, cantera de marés a la izquierda y barrancada al fondo. Después de un gran acantilado que proyecta algunas rocas en su base aparece la cala Enclità de fina arena y cañada ascendente al fondo con un pozo seco, por encima del cual y a su derecha hay una pequeña casita de guarda.
La costa pierde altura gradualmente donde el pinar trata de hacerse dueño del paisaje y recupera algo de su bravura en las proximidades de la baja punta del Cap Salines vecina ya del faro mientras que en el promontorio interior que le da origen y bastante tierra adentro destaca la presencia de la Na Gosta, torre redonda y ligeramente cónica desprovista de puerta y ventanas, pero con una terraza que ofrece una espléndida vista del pinar inmediato, la Vall, Puig de Randa, puerto de Campos y la lejana Serra.
El faro se eleva en medio de algunas sabinas y pinos en la punta peñascosa y baja más sobresaliente del Cap Salines, de suelo arenoso de color amarillento y costa baja de rocas de marés. Las aguas próximas son muy someras y conviene, pues, dar a aquel un buen resguardo por mar.
La primera punta después del faro de Cap Salines se conoce con el nombre de Punta de Na Milà; la siguente, con bancales de marés, que se adosa dos “escars” y una pequeña casa es la punta Negra donde se ven aún los restos de un cañón de hierro de una nave francesa de guerra víctima de un incendio. El lugar se conoce como Es Caragol. Destaca una punta que forma un islote de rocas muy descompuestas de marés llamado S’Illot d’En Curt, unido a aquella por una estrecha lengua de tierra, y salvado este aparece la punta D’En Tugores. Entre la orilla y la isla Moltona con casa y cantera de marés esta, media un canal de poco fondo sólo para embarcaciones menores y acechado por un escollo; a esta isla sigue otra por fuera, más pequeña, llamada Sa Pelada. En la costa se suceden ahora las dunas de arena a las que ponen telón de fondo el Puig de Consolció y el de Sant Salvador, que desde aquí parecen formar un solo grupo, y al poco una orilla pedregosa con tres cabañas para botes, la playa D’Es Port de Campos con la isla de Na Guardis delante."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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