"Viene a continuación del puerto una orilla de guijarros más allá de la cual aparece en primer lugar la marisma de La Gola. Seguidamente surge a nuestra vista el peñón aislado del Puig de Llenaire someramente poblado de matorrales, con un pinar delante y plantaciones regulares de olivos y chumberas en torno a la casa que se adosa a la colina Des Colomer coronada por un palomar. Damos así con el torrente llamado Sa Vorada de Ca Na Volantina que desciende de Pollença bordeado de juncias y junto al cual aparecen algunas barracas dispersas y numerosas pitas a modo de cerco de los labrantíos que alcanzan hasta la misma orilla del mar.
Viene ahora la Albufereta, chopos y al fondo y rodeada de tamariscos y juncos y la blanca casa de posesión de Can Seguí. La salida de aquella, Es Grau, busca el mar entre bancos de algas y por cuyo canal pueden navegar los Llaüts hasta la casa próxima; desde este lugar hasta Alcúdia se suceden ahora numerosas dunas de arena coronadas de pitas.
Junto a la bocana de la rada de Es Barcarés se laza s’Illa, pequeño islote de marés, al que se opone un bajío llamado Es Clot.
Salvada la cantera de Es Clot surge a nuestra vista la Raconada des Morro Vermell, donde no lejos del mar se alza una casa en forma de torre. Más adelante es la Punta de Manresa la que destaca con su fortaleza cimera cuadrangular, floresta de pinos al pie y cantera de marés vecina, desde donde puede gozarse una extensa perspectiva de la bahía entera de Pollença.
Pasando el Illot surge la arbustiva punta de La Victoria velada por dos ominosos bajíos. Inmediatamente, Sa Raconada Baix de La Victoria con su rojo santuario en lo alto y huerto cercado de muros al pie de la fuente que lo vivifica. Vienen a continuación el notable saliente del Cap del Pinar con sus tres cumbres y laderas ora descarnadas y rocosas ora pobladas de pinos y carrizos, y un solitario escollo de afilada punta, llamado Niu de s’Àliga, al pie. La costa se dulcifica un tanto para configurar las playas del pinar, con pinos que llegan hasta la misma orilla, separadas entre sí por desnudas formaciones rocosas y con numerosas estacas en primera línea de mar donde varan los pescadores sus embarcaciones, en las proximidades de un pozo de agua no potable, semioculto en la maleza.
Salvado el Cap damos al punto con la cueva Des Bastons y admiramos la conspicua mole del Cap Menorca. El promontorio del Cap del Pinar da fin en la muy batida punta Solana con sus pinos doblados por la Tramuntana e incesante aleteo de las palomas que anidan en la cueva Des Coloms.
Un largo y solitario escollo guarda un punto notable por sus sinuosos estratos calizos en los que se abre una cueva fronteriza ya con la siguiente cala del Coll Baix, de paredes de tierra desmoronada y rotas por la erosión. Y al fin, cual gigantesca ballena sirgida del mar, el Cap Menorca, verdeante en sus pinas laderas y sólo desnudo en la cima.
El terreno se hace más llano y se puebla de zumaques y palmitos antes del Abra de l’Alcanada, con grandes rocas de caliza y línea costera de gruesos cantos rodados, en la que desemboca el torrente de l’Alcanada con una casita apenas separada del mar por un pequeño promontorio. El viñedo de l’Alcanada forma un saliente, Sa Punta del Sec i del Faralló, que se proyecta en dirección a la isla a modo de vado de circunstancias para quienes la visitan. La rada de l’Alcanada, con 5-2 brazas de agua y fondo de alga en el que las pequeñas embarcaciones pueden dar el hierro al abrigo de la isla, nos ofrece la ya conocida casa de posesión con sus bien cuidadas y feraces plantaciones.
Después de una pequeña punta de formaciones de conglomerado con algunos pinos en lo alto e innumerables acebuches en las inmediaciones surge el notable saliente de la torre Des Port Major, que ya forma parte propiamente del puerto de Alcúdia.
La vista que se ofrece desde aquí de la isla de Alcanada es ciertamente magnífica, como no lo es menos la imagen de los altos del Bec de Ferrutx, de los terrenos de la Albufera y del puerto de Alcúdia en su totalidad.
El puerto de Alcúdia es después del de Palma el más importante de la isla, principalmente por la facilidad de su práctica y por hallarse en el paso principal del canal de Menorca; de hecho es usado comúnmente como puerto de abrigo.
Sigue al puerto de Alcúdia la extensa orilla de la Albufera con su arenosa playa de Santa Margalida, guardada otrora por las tres baterías. Nova de l’Albufera, Son Bauló y Morell, hoy en total ruina.
No lejos de la orilla yace la isla Plana y de vez en cuando surgen bancos de algas, luego una zona de aguas más profundas y al fin el curso torrencial del llamado canal de En Pep.
Aparecen seguidamente el estanque de Son Bauló y la casa homónima al lado de una hondonada y afloran en la arena las primeras rocas. Crece la presencia de marés, a la izquierda entremezclándose con la arena de la orilla y a la derecha conformando una cadena de altos en dirección a la garita de vigía llamada del Quarter que queda en frente de la isla Des Porros, de una parte, y de una cantera de marés y unos bancos de algas, de la otra.
Son Serra queda más al interior. Orilla adelante damos con un lugar donde se embarca el carbón, el promontorio de Sa Caseta d’En Bisbal, pequeña construcción rodeada de chumberas e higueras donde cesa la peña y recomienza la arena, a la que siguen el cortado del torrente de Na Borja y un hermoso pinar que tierra adentro se extiende hasta las primeras estribaciones de la cadena de Ferrutx, el pinar de Sa Canova, con la casa de posesión que le da nombre.
La cadena del Bec de Ferrutx se ordena en dirección al Penyal en sus componentes Na Xeroi del Puig de Sa Murta, la montaña de Betlem, Sa Tudossa del Rei y la talaya Morella.
Salvada una nueva escotadura cesa la llanada al pie de la montaña de Betlem en el lugar donde se abre la pequeña cala Mates de altas y desmoronadas paredes de conglomerado por encima de la cual se encuentra la fuente Des Polls (Pous) de magro caudal.
Sigue cala Moltó, con una empinada rampa para halar las embarcaciones, laderas salpicadas de pinos, un pequeño embarcadero de piedra y un par de bajíos mar adentro. El abra siguiente, cala Na Picarandau, cierra en un cantil de tres puntas, la segunda de las cuales proyecta a la mar un escollo después de deshacerse en varios montones de guijarros. La cueva Des Coloms, hermosa cueva marina, muy profunda y de impresionante bóveda de altura internamente muy superior a la entrada, por donde puede adentrarse un Llaüt con toda su arboladura, tiñe sus altas paredes de una curiosa tonalidad rojiza. Es la cueva marina más bella de toda la isla.
Siguen un despeñadero acribillado de negras cuevas, una punta baja y una “raconada”, la pequeña cala llena de guijarros de s’Arenalet, junto a la cual se encuentra la casita del guarda, Guarida del Mosso, justo antes de llegar a la playa de Sa Font Salada, a cuyo arenal se opone una caudalosa fuente que mana tanto en invierno como en verano.
Después de la playa de Sa Font Salada se extiende el yermo saliente de la torre de Sa Falconera, por detrás de la cual damos con cala Matzocs. Queda a la derecha una hermosa vista que abarca desde el Cap Ferrutx y toda la costa hasta el promontorio del faro. La cala tiene una profundidad de dos brazas y tenedero de arena.
Camino adelante damos con una playa, cala Mitjana, con una casita y pinos a la derecha, mirando desde el mar, luego con un vallecillo limitado por un promontorio con estratos sinuosos y paredes de caliza veteadas en blanco, y al fin con las orillas arenosas de cala Torta a la que siguen cala Dentol y cala Estreta. Un conspicuo promontorio, la punta de Sa Caleta con su inmediata cala homónima, separa la serie de calas del vasto arenal de la playa de Sa Mesquida entre una pared seca a la izquierda y numerosas dunas pobladas de carrizo.
Siguen el Cap de s’Agulla con enormes y abruptas paredes que por su parecido recuerdan las del Cap Malgrat de la costa oeste y un escollo a su izquierda, feudo de cormoranes y muchas otras aves marinas.
Sigue a ella una ensenada muy amplia con el sobresaliente Cap de Pera en la distancia y vertientes rocosas con una punta que presenta un agujero en la parte alta.
El voluminoso promontorio del Cap de Pera con sus pintorescos cantiles, no muy altos quizás pero curiosamente recortados, con una torre redonda en la segunda de sus cimas y blanquísimo faro en la más distal nos muestra de entrada un escollo, Es Mul, que diríase gigantesca esponja arrojada por la mar. Surge luego una angosta cala rocosa cuya ladera izquierda desciende en forma de bancales.
Por encima de Cala Ratjada, en la colina que directamente domina cala Gats y cuyas laderas pobladas de palmitos encierran una hondonada con algunas higueras y pinos se alza la llamada torre Cega."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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