"Palma desaparece gradualmente con su hermosa corona de montañas. Pasando por el apacible Terreno llegamos a Portopí y a las puntas rocosas de Sant Carles y de la Fortalesa, ambas pedregosas y excavadas; la segunda con una batería de costa en lo alto, muestra además la llamada cueva Dels Coloms. Encantadora se ofrece la vista de Palma desde la bahía con la Seu que parece asentar sobre el Coll de Sóller. Sigue Cala Major con sus cantiles rocosos y pequeños promontorios, en primer lugar la punta Des Grells, luego la punta de Son Vent dominada por la casa homónima e inmediatamente después la pequeña rada arenosa de cala Major en cuyo fondo se despliega un valle poblado de olivos y algarrobos, más allá de los cuales destacan en lo alto las localidades de la Bonanova con su iglesia y Génova. Sigue luego la cala de Son Tuells, fácil de reconocer por el paso de la carretera de Andratx, e inmediatamente la angosta cala Formatger dominada por el primer hostal, antes perteneciente a Bendinat. Otra pequeña rada lleva el nombre de cala Nova. Curso adelante aparece la isla de la Caleta, baja, desnuda, apenas vestida de hierba, y enseguida la punta de El Ruax unida a tierra por una estrecha lengua, a la que desciende la carretera de Bendinat que hace ya un rato que tenemos a la vista con sus cuatro torres. Llegamos al poco a la larga isla d’En Salas con su vieja torre castigada por el paso del tiempo y sus cantiles excavados por la erosión.
La torre de Illetes (o de las isletas) sita en la mayor de estas y construida en 1580 es de planta redonda, con siete varas (unos 6 m.) de diámetro, talud basal y muros de mampostería con barbeta. Posee dos estancias para los vigías y un almacén de municiones. Es muy hermosa la vista que se ofrece de ella del conjunto de Illetes. Sigue el Caló des Guix y justo enfrente de unos cantiles rojizos a cuyos pies velan un par de negros escollos queda la pequeña, yerma y abrupta Illa d’En Salas que da frente a la iglesia de la Mare de Déu de Portals.
Al poco de la Punta Negra se abre una pequeña cala que ofrece abrigo a los navegantes que deben abandonar la Porrassa con vientos del este.
Las aguas de la amplia bocana de la Porrassa son más bien someras, ganando fondo hacia la torre, en cuya parte derecha y con fondo de algo más de cinco metros puede darse el hierro con comodidad. Hacia fuera se alcanzan hasta 13 m. mientras que cerca de la orilla apenas se sonda un metro.
La majestuosa construcción de la torre Nova de la Porrassa, también conocida como la Nadala, fue terminada en 1616 y restaurada en 1691, con planta redonda y algo más de 12 m. de diámetro, barbeta hacia la mar, ligeramente cónica y con sendos cordones perimetrales arriba y abajo.
Vemos ante nosotros el morro de la torre de Portals con su negro parapeto y escarpados taludes y una cueva donde rompen las olas casi adosada a una roca aislada que tiene enfrente; también la torre redonda de Portals, construida después de 1580 y restaurada en 1631. Tiene 9 varas (7,5 m.) de diámetro y parapeto dirigido hacia el mar con dos troneras para los cañones, la más alta en dirección tierra adentro con aspilleras y saeteras varias. Portals tiene un pequeño puerto que ofrece abrigo de los vientos del oeste a embarcaciones mayores y menores y protección suficiente frente a los demás, razón por la que es indefectiblemente visitado por los pescadores de pernocta. Tiene una profundidad de 17,5 a 5,25 m. y fondo de alga.
Frente a Portals se alza la Illa del Sec, pequeño islote negro y de apariencia esponjosa que despide un bajío subterráneo a cierta distancia en dirección de Palma. Vemos desde aquí claramente la mola de s’Esclop, el Puig de Galatzó y el boscoso promontorio de cala Figuera de altura progresivamente menguante.
Cala Figuera es pequeña, de algo más de 12 m. de profundidad en la bocana y unos cinco hacia el centro, con tenedero de alga. Altos cantiles cierran el lugar y rojos peñascos conforman el promontorio de la Farola, yermo, apenas cubierto de ralos matojos y dominado por la torre de cala Figuera, con estratos horizontales en cuyo extremo asienta el faro.
El faro de Cala Figuera, en el cabo homónimo que cierra por el oeste la bahía de Palma, fue proyectado por Emili Pou y construido bajo su dirección.
Al Cap de Cala Figuera sigue el Dels Catius, en cuya parte interior occidental se encuentra la cueva homónima. Siguen a estos de Morro d’En Feliu con sus conspicuos estratos horizontales y los cantiles de la ensenada de Rafaubetx coronados por la torre redonda de igual nombre tierra adentro.
Desde el Toro vemos las dos cumbres de la Mola de s’Esclop y de Galatzó y las cimas que en cadena se suceden en dirección a Andratx. Sigue ahora la abrupta ensenada de Es Clot des Moro, paraje donde da fin el promontorio de Cala Figuera y arranca una sucesión de peñascos rojizos conocidos por el nombre de Ses Penyes Roges, muy visitado por las gentes de Palma que acuden en carruaje para pescar. Damos a continuación con el Cap Negret y al poco se ofrece a nuestra mirada la impresionante vista de la isla de Malgrat, yerma, rocosa y desgarrada, de la torre redonda homónima, de los altos de Galatzó, de la Mola de s’Esclop y de Es Capdellà con sus rojos escarpes.
Y al fin la anchurosa y profunda rada de Santa Ponça, buen fondeo abierto sólo a los vientos oesteños. Da una sonda de 15,75 m. que van a “reduciéndoser” (¿??) hasta casi dos y el tenedero es de arena. Las orillas son de altura media y se resuelven aquí y allá en pequeñas playas. Damos en primer lugar con la profunda caleta, puertecillo de embarcaciones menores, vedado por su poca sonda a las de más porte que por su calado deben dar el hierro en la bocana. Descubrimos a la izquierda una escalera tallada en la roca y una garita de vigilancia, luego una cueva con pilastra artificial, refugio ocasional de pescadores y una barraca donde se guarda la barca del marqués, un poderoso Llaüt fuera de uso desde hace ya mucho tiempo.
A lo largo de los Secanys, atrás ya la casa que queda en su fondo, llegamos al conspicuo promontorio del Castell de santa Ponça, dominado por la torre homónima.
El Morro del Llamp forma con el castillo una imagen muy pintoresca, cuya belleza aumenta con la privilegiada contemplación desde aquí de la vecina cala de Peguera.
En esta explanada arenosa nace la senda que lleva a la torre de l’Andritxol pasando por un horno de cal, un pinarcillo y un olivar.
Sigue la amplia ensenada de Camp de Mar o del Portitxol con sondas de 14 a 3,5 m. y tenedero mayoritariamente de arena salpicada de zonas de alga; la línea costera es alta.
Se suceden los escollos y bajíos y al poco descubrimos las dos barrancadas que sajan en tres la alta pared rocosa que al punto da lugar al impresionante Morro del Llamp, con orillas doseladas de estalactitas entre las que anidan las estruendosas gaviotas.
La costa traza a continuación la leve luna de la cala del Llamp, dividida a su vez en dos por un promontorio entre el Cap Andritxol, de una parte, y la prominente Mola de Andratx de la otra, junto a la que queda la segunda de las dichas, cala Marmassem, de altos cantiles rojos en su fondo.
La Mola se nos ofrece poblada de pinos, salvo en algunos campos de labor.
El Port d’Andratx proporciona un buen fondeadero, pues aunque queda franco al viento del suroeste, el tenedero es bueno: alga y fango limoso que hacen encepar a la perfección. La orilla es baja inmediatamente al mar y sólo gana en altura tierra adentro. El escandallo indica 8,75 a 3,5 m. de fondo con mengua gradual hasta 0,9 m. A la derecha de la entrada asienta la pequeña y ya conocida población del puerto con la torre cuadrangular de Sant Francesc o castillo del Port d’Andratx. Las aguas de lluvia arrastran al puerto gran cantidad de tierra y las zonas más someras de aquel aparecen tomadas por las algas que se acumulan por la acción de los vientos del cuarto cuadrante. Surgen aquí y allá en torno al abra formaciones de conglomerado."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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