"Si dejamos Santanyí por el Carrer de Palma para dirigirnos a Campos, al punto cruzamos en línea recta una vasta llanura a espaldas de la primera, con el Puig Gros a nuestra derecha.
Campos, villa de 3.238 habitantes y 920 casas, de las cuales 122 aparecen desiertas, es quizá la que mejor representa la tipología clásica del llano de Mallorca. Las casas son en su mayoría de color oscuro, 33 son de dos plantas y las restantes de una sola, algunas con emparrado a la puerta; muchas tienen un aire muy antiguo, con torrecilla y a veces ventana gótica. Pero las hay también de gran tamaño y mayestática presencia, como la de Barceló.
Hay todavía en Campos otra iglesia, la de San Francisco de Paula del antiguo monasterio de Mínimos fundado en el año de 1607, con bello portal renacentista cuyos capiteles ocupan querubines, mientras que el tímpano se adorna con la estatuilla del santo y dos vasos florales. En la parte alta de la fachada se abre un modesto rosetón, a falta de ventanas; en la parte izquierda, una torre carente de gracia. El sobrio interior muestra una bóveda de cañón con un altar mayor al que ascienden dos peldaños y cuatro capillas apuntadas con altares barrocos; a la derecha queda configurada la entrada por un arco de medio punto.
Lo más interesante de Campos son sin duda sus termas, a sólo 7 km. al sur de la localidad. No se sabe quien descubrió la fuente ni cuando se hizo uso primero de ella; dicen algunos que ya era conocida en tiempos de los romanos, que sin duda hubieron provecho de ella, pero lo cierto es que carecemos de base documental auténtica que lo certifique. No fue sino después de la Conquista y a raíz de las muchas y prodigiosas curaciones habidas en el lugar cuando fueron edificadas algunas casas y un oratorio dedicado a San Silvestre y Santa Coloma, protectores contra la lepra.
Puede decirse que desde 1844 no ha cesado la labor de ampliación y mejora del establecimiento, y a pesar de que la escasez de medios no haya permitido aún conferirle la categoría que reclaman los tiempos modernos, bueno es señalar que dentro de ciertos límites es ciertamente cómodo y apropiado. El edificio actual sigue siendo de una sola planta y consiste de 2 pabellones paralelos con 26 estancias, de ellas 7 de gran tamaño y capaces de albergar hasta 50 personas. Las estancias se comunican por un corredor trasversal que, bien amueblado y provisto de un piano, hace las veces de sala de reuniones. El departamento de baños adosado al edificio contiene 18 cabinas con bañeras de mármol de Binissalem, de las cuales 6 disponen además de ducha. Hay en el establecimiento un restaurante excelente que suministra menús de tres clases; la primera cuesta 13 reales y 80 céntimos, la segunda 10 reales y la tercera 5 reales y 22 céntimos (en francos 6.63, 2.63 y 1.37).
Muy cerca del lugar de baños, a sólo 30-40 m. de la fuente de aguas termales o la que otrora fue Bassa de ses Estanques se encuentra la iglesuela de Sant Joan de la Font Santa a cuyo sostenimiento se destinan las limosnas de los que acuden a los baños y en la que se veneran sendas imágenes del Bautista y de la Madre de Dios.
Es difícil precisar la cantidad de agua que suministra la fuente de forma perceptible cada hora, pues cual inagotable pozo parece mantener siempre el mismo nivel. Sin duda debe tratarse de un caudal abundantísimo. Las aguas termales son límpidas y carecen de color especial, pero por poco que se renuevan y aun a cierta distancia de su origen huelen intensamente a azufre y de forma marcadamente más notable en días quietos y calurosos y menos cuando llueve o hace viento.
Un accidentado camino a través de campos salpicados de Clapers entre exuberantes lentiscos y sabinas lleva desde el establecimiento de baños hasta el Salobrar sito en las proximidades de Cap Salines.
(F.400bis)
El Salobrar de Campos es, después de la Albufera, la mayor ciénaga de la isla. Con el comienzo de las lluvias se forma aquí una laguna de agua salada que, contando las tierras que se inundan, alcanza hasta 400 hectáreas con un perímetro de unos 11-12 km. Esta marisma, que del lado del mar queda delimitada por un arenal poblado de sabinas, lentiscos, brezos y otros arbustos, amén de algunos pinos jóvenes, y del otro por los labrantíos de Campos, puede considerarse como lecho de un ancho canal entre dos pinares, el de Sa Barrala y el de Sa Canova, en cuya superficie cabe distinguir tres secciones. La primera, llamada Trenc, entre el arenal y los altos de Cap Salines, alberga una pequeña laguna de forma irregular y espejo de unas 11 hectáreas. La segunda, propiamente una laguna de dimensiones mucho mayores, dividida en dos por una especie de calzada que separa el estanque De Baix (estanque inferior) del estanque D’Enmig (medio) y que desde el promontorio de la marisma se extiende hasta los boscajes de Sa Barrala y Sa Canova, tiene una superficie de unas 128 hectáreas. La tercera, entra la precedente y los labrantíos de Campos en torno, es la mayor de las tres secciones dichas, con una superficie de 262 hectáreas.
Cuando llegan las lluvias, en particular si son copiosas, el Salobrar adquiere el aspecto de una gran laguna que poco a poco va menguando con la creciente evaporación, para desaparecer hacia finales de junio o principios de julio, no dejando tras de sí sino algunas zonas de humedad o charcas aisladas que persisten hasta que se reinicia el ciclo pluvial.
Como el Salobrar perjudica a los baños de la Font Santa de Sant Joan de Campos, de los que apenas dista 100 m., la Diputación Provincial ha considerado repetidas veces la posibilidad de proceder a su desecación, proyecto que incluso fue estudiado por Bouvy en 1845 con la consiguiente redacción de una memoria que, sin publicar, se conserva en el archivo de la Diputación Provincial.
Para ir de Campos a Llucmajor abandonamos la primera por el Carrer Nou y tras dejar atrás una sucesión de molinos de viento y un camino que por la izquierda proviene del mismo origen atravesamos un terreno aluvial de color rojizo y algo pedregoso. Surgen a nuestra vista hermosos viñedos y numerosos labrantíos delimitados por paredes de piedra seca.
Llucmajor tiene 7.640 habitantes y 2.392 casas, 217 de ellas desiertas, y es junto con Manacor la localidad más grande de la isla; su salubre situación en un terreno elevado contribuye a que haya en él algo realmente atractivo y grato que resulta difícil de explicar. Las casas, pequeñas, oscuras y de color terroso, 64 de dos plantas y las restantes de una sola, con portal en arco de medio punto construido de sillares de piedra y diminutas ventanas con alfeizar, muestran aquí y allá el ornato de un verde emparrado voladizo encima de la puerta.
Después de la catedral de Palma es con mucho la más grande de toda la isla. La fachada delantera presenta un portal sin particular ornamento, un rosetón con vidrieras de colores, un tímpano estrecho y algo más a la derecha una torre escasamente airosa y bella que se eleva a 190,96 m. por encima del nivel del mar. El interior, de unos 66 pasos de largo, es de gran altura y se configura en forma de cruz latina con brazos poco agraciados por su brevedad. Corona el transepto una cúpula con cuatro ventanas redondas. El altar mayor dedicado al arcángel Miguel se encuentra en una pequeña capilla a la que ascienden 7 peldaños. Hay seis capillas a cada lado de la nave, la primera de la derecha tomada por una entrada lateral; sobre la principal se encuentra el coro, galería sostenida por dos voluminosas columnas.
La iglesia conventual de Sant Francesc d’Assís en la placeta del Convent, antiguo cenobio de Franciscanos Observantes de San Bonaventura, fundado en 1600, es de estilo renacentista. La fachada delantera presenta un portal con una estatua de mármol y un rosetón, ángel en lo alto y águila bellamente enmarcada debajo. A la derecha se alza una torre cuadrangular con terraza superior y pequeña cúpula con sendas ventanas a cada lado. El interior se configura como bóveda de cañón simple, similar a la de la iglesia principal, pero con las figuras de las Virtudes pintadas en tosco claroscuro en los diferentes campos. Son cuatro las capillas que se abren en cada uno de los lados, y un quinto espacio está ocupado por dos puertas. Tres escalones ascienden al altar mayor. Abundan por doquier las ornamentaciones de carácter barroco.
El hito principal de Llucmajor es el Puig de Randa, de 548,75 m. de altura, visible desde cualquier punto del llano de la isla, y en otros tiempos lugar elegido por el beato Ramón Llull para su recatada reclusión, y Hort en la actualidad de tres santuarios. El más próximo a Llucmajor es el de Gràcia, comunicado por una cómoda carretera. Queda sólo a 5,5 km. y asienta en la falda de la montaña orientada a la población, al sur pues de esta.
La hospedería muestra dos hileras de arcos escarzanos, tres por banda, y cubierta cupulada de marés; presenta cinco ventanas, tres gárgolas, y adosada, la iglesia con campanario con arco ojival en lo alto, ventana redonda y portal rectangular. La terraza superior del templo ofrece una magnífica vista de los impresionantes peñascales en torno en los que anidan libremente los alimoches.
La iglesia de piedra, con puertas y ventanas redondas presenta en su interior una bóveda de cañón simple sostenida por cuatro arcos. Mide 15 m. desde el portal al presbiterio, este con un largo de unos 3 m. por un ancho de siete. Muestra dos elementos de cierre cuneiformes con falsas ventanas a los lados, una capilla mayor y cuatro altares laterales bajo arcos, uno de ellos tomado por una puerta. En una de las capillas de la izquierda hay una antigua representación de Santa Ana. Dos capillas más se abren debajo del coro, en el que hay un pequeño órgano y cuya clave de bóveda muestra la fecha de 1819. La capilla que al pie del coro queda a la izquierda es la correspondiente a la cueva original donde fuera entronizada primeramente la Mare de Déu y a la que según la tradición volvió por tres veces. En el altar mayor se venera una antigua pero recientemente pintada talla de la Virgen en madera en la orla de cuyo manto pueden leerse diversas letras góticas.
Un sendero que al pronto gira a la izquierda se dirige a la carretera, practicable pero en muy mal estado, que atraviesa el valle y se aproxima transversalmente al Puig de Randa entre dos profundos barrancos laterales.
Girando a la derecha una vez salvado el Coll damos con un sendero que discurre junto a dos capillitas con sendas cruces de madera y que ascendiendo por los horizontales estratos de la ladera se dirige a la ermita de Sant Honorat, perteneciente ya a Algaida de la que dista 5,2 km.
Delante de la iglesia se abre una plazuela con dos hermosas encinas, y a uno y otro lado de la puerta de aquella se alzan sendas cruces de piedra con ornamentación distal trilobulada y base piramidal; preside la entrada el nombre de Jesús, y el atrio una efigie de San Honorato con bancos alrededor. Junto a un solitario ciprés se alza la iglesuela con campanario ojival y calavera de piedra bajo la campana. La puerta gótica con S. Honorato en una hornacina muestra dos escudos de armas a cada lado y la antigua inscripción gótica ya dicha. El interior tiene un largo de 14 metros, contando también el presbiterio, y un ancho de 4,8 m. sin contar las capillas laterales, y muestra una pila bautismal con la fecha de 1736; el coro se encuentra encima de la entrada. Dos son las capillas a uno y otro lado con columnas pseudojónicas acanaladas y sendos arcos de medio punto como sostén de la bóveda. La capilla del altar mayor, a la que ascienden varios peldaños de mármol, se configura en forma de bóveda de cañón.
Desde Sant Honorat parte una senda montaña de Cura arriba a lo largo de un barranco en busca de esa localidad, con hermosas vistas del llano y de los peñascales de Gràcia, mientras que el camino principal se separa del que lleva a Randa a la altura del Coll e inicia un empinado y sinuoso ascenso. Llegado que ha a la cima más alta del Puig de Randa, la que lleva por nombre Puig de Cura, a 4,9 km. de Algaida, de la que depende, vemos aún junto a los restos del antiguo Col.legi de Gramàtica Llatina fundado por Ramón Llull cuando halló retiro en estas alturas hacia el año 1275 la iglesia donde se venera la imagen de la Virgen conocida por el nombre de la Mare de Dèu de Cura.
Cura, con sus gruesos muros en torno, presenta un aspecto acastillado, pese a que el exterior del edificio no muestra sino paredes desnudas y algunos ventanucos rectangulares aislados. A la derecha de la entrada se encuentra la iglesia reforzada por tres columnas, por encima de las cuales destaca la presencia de un reloj de sol con la fecha de 1663. El interior mide 12 m. de largo por unos 6 de ancho, es de piedra de Santanyí y se apoya en arcos de medio punto. El coro se encuentra encima de la entrada; dos columnas murales sostienen la bóveda. La capilla del altar mayor, que se angosta distalmente, fue renovada en 1868, y aparece presidida por una imagen de Nuestra Señora de Cura.
Por debajo de Cura, en el camino que se dirige a Randa, hay dos cuevas notables, no por su tamaño, sino porque según se dice acogieron inicialmente al beato Ramón Llull en los albores de su retiro. Al extremo de un prominente morro no lejos de Cura hay un corral, parte de cuyo pedregoso suelo aparece laboriosamente cultivado. Y al pie de una gran roca desprendida se encuentra la cueva de Sant Ramon Nou con una abertura de 132 cm. y una altura interior de apenas 2 m. en la que aún son visibles las piedras que a modo de escalones conducen a la capillita instalada conmemorativamente. Un caminejo natural que parece pavimentado lleva a la segunda cueva, esta llamada de Sant Ramon Vell, con abertura de dos metros y medio y fondo de dos.
Cabe señalar de paso que en el Puig de Randa se extrae esa excelente piedra caliza cristalina que tan útil se ha revelado para el recubrimiento del solado de los hornos de pan, como se hace indefectiblemente en Palma, y para la confección de muelas de afilar, aquí llamadas “Pedres esmoladores”.
El terreno se vuelve algo más accidentado después del Prat, y la carretera empieza un suave ascenso. Vemos a la izquierda Son Sunyer, detrás de un grupo de viejos pinos al pie de una colina enteramente poblada de ejemplares jóvenes. La vía atraviesa numerosos campos de labor orillando su curso de boscajes de pinos y macizos de lentiscos y sabinas. Vemos a la derecha las colinas que se alinean en dirección a Marratxí y que delimitan una llanada apenas alomada en su centro, y al poco Son Sant Joan con su alta torre cuadrangular. A la izquierda, en cambio, son las casas de Son Banya y un viejo molino de viento los que se ofrecen a la vista. Proseguimos entre nuevos boscajes de pinos y campos de labor en su mayoría destinados al cultivo de cereales, y algo más adelante descubrimos una densa floresta de pitas, la cantera de la torre d’En Pau y un bosquecillo de pinos muy jóvenes; a la izquierda el camino se dirige a s’Arenal. Dejando a l izquierda un molino de viento alcanzamos el grupo de casas del Coll d’En Rabassa y feraz huerta delante llegamos al molinar de Llevant y a la ciudad."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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