Mallorca

Colinas del sureste. Cerca de Artà (22)

"Surge a nuestra vista Son Servera al pie de una colina gris y de cumbre pedregosa que se une a otras de altura decreciente por la izquierda y a una especie de meseta, a la derecha, coronada por algunos molinos de viento dispersos. El lugar, llano y atravesado por un pequeño arroyo, carece de gracia especial y cuenta con 1.577 habitantes. Vemos viñedos, almendros y chumberales junto a las casas, en número de 391, 10 de ellas desiertas, 51 de dos plantas y las restantes de una sola, con portales en arco de medio punto o escarzano. La iglesia se encuentra en la plaza que lleva su nombre.

El templo, dedicado a San Juan Bautista, presenta una entrada lateral, una torre cubierta cuadrangular con dos ventanas ojivales a cada lado y montantes de consolidación, y cimera que se eleva a 92,30 m. por encima del nivel del mar. El interior muestra una bóveda de cañón sostenida por cuatro columnas y arcos de medio punto, y cinco capillas laterales con altar barroco, una de las cuales ha sido tomada por la ya mencionada entrada lateral. En la bóveda se leen las fechas 1699 y 1833. Domina la entrada una galería para el coro y órgano, con dos capillas al pie. El altar mayor es el mismo otrora existente en la iglesia de Sant Nicolau Vell o Sant Nicolauet de Palma. Está presidido por una imagen de Nuestra Señora del Rosario, escoltada por otras respectivamente representativas de San Pedro y San Juan Bautista a los lados.

Capdepera cuenta con sólo 1.419 habitantes y 495 casas, 19 de ellas desiertas. Por su proximidad al mar componen mayoritariamente su población pescadores y marineros. la situación es ciertamente hermosa. Una larga vía, la única de rodadura, recorre enteramente la localidad; inicialmente llamada Carrer de Palma, cambia su nombre por Carrer del Port en su otro extremo. Hay también dos plazuelas; la Plaça Major, poco agraciada, y la Plaça Vella con un hermoso almez. Salvo 19 casas de dos plantas las demás sólo tienen una, de portal generalmente en arco de medio punto o escarzano y puerta rectangular precedida a veces de emparrado. Todas disponen de canalón en ángulo por debajo del tejado para la recogida de las lluvias, pues el lugar está falto de agua, aunque compensa esta circunstancia con la abundancia de cisternas.

El castillo, con muros de mampostería y marés, es de planta triangular y presenta cinco torres con sillares de marés dispuestos en ángulo; una lleva piedra en los cantos y obra de mampostería común en el resto de su fábrica. Todas presentan bóveda de cañón de medio punto, salvo la que se encuentra junto al portal del Rei En Jaume, donde aquella es apuntada; a su vez, la contigua al Portalet es de planta cuadrangular, pero formando un ángulo agudo en uno de sus vértices. Rodea el recinto un corredor de losas de piedra sobre angulares de obra, adosado a la muralla, para acceder a las troneras de defensa. El castillo presenta dos puertas: el portal del Rei En Jaume en el vértice del triángulo, turriforme y almenado, con bóveda escarzana y abertura exterior en arco de medio punto, como es también la del Portalet, la segunda de las puertas, entre dos torres y almenado cuádruple en lo alto. A la derecha del camino pavimentado que la atraviesa se encuentran las antiguas mazmorras, cerca de las cuales hay todavía varias casitas semiderruídas, algunas aún ocupadas. En sinuoso curso prosigue esta vía hasta la casa del Gobernador adosada otrora al cuartel, hoy inexistente y feudo de exuberantes chumberas. La casa del Gobernador, almez a la puerta, surge solitaria en medio de las ruinas de otras dependencias. Desde su emplazamiento se domina enteramente la localidad que queda al pie. No lejos se encuentra la parroquia, hoy sin techumbre, y en la que se le la fecha de 1770.

Si abandonamos Capdepera por el Carrer del Port, por una buena carretera llegamos a la vecina Cala Ratjada, embarcadero principal de la localidad. El camino pasa por sendas canteras de marés y grava antes de iniciar un suave descenso con algunas curvas, propiciando al tiempo hermosas vistas de la mar con la isla de Menorca en la distancia y, retrospectivamente Capdepera. Salvados unos feraces campos de labor, salpicados aquí y allá de pinos e higueras, y un tramo poblado de lentiscos y palmitos, llegamos a Cala Ratjada.

El camino que lleva a la Talaia de Son Jaumell sita en los altos de l'Agulla atraviesa la llanada a espaldas de Cala Ratjada, con algunos viñedos, salva una suave lomera arenosa, notable antes del ataque del oidio por sus exuberantes viñedos, y se adentra en el pinar que domina la playa de Ses Covasses. Una pina senda asciende por la ladera de l'Agulla donde sólo el carrizo parece haber hallado acomodo. Contemplamos en su totalidad la hermosa playa de Sa Mesquida con el Arenal y el llano cultivado que se extiende hasta la blanca casa de Sa Mesquida, los tres cabos de la caleta del Matzoc con el Faralló y el Bec de Ferrutx, y Formentor en la distancia. Por detrás del Matzoc y separada por los altos del Ferrutx se extiende una comarca de onduladas colinas en dirección a Albarca.

La Talaia de Son Jaumell es una vieja torre de señales de forma levemente cónica, escalera exterior de madrea y telégrafo óptico sujeto con cuatro cadenas de hierro.

Descendemos por la suave vertiente del otro lado hacia la playa de Sa Mesquida.

Salvamos el Torrent de Sa Mesquida, con pozo y abrevadero orillados de pimenteros falsos, y salimos del lugar por la parte alta de Sa Caleta para descender seguidamente por la pendiente arenosa de Cala Torta donde se encuentra también Cala Mitjana con una hermosa casita entre pinos, a la derecha mirando desde el mar, y por último el Matzoc.

Ascendemos los primeros escarpes de la cordillera vecina, salvamos una hondonada de pinos y damos con la nueva casa de Albarca profusamente rodeada de chumberas.

Hermosa es la vista que se ofrece desde la casa de Ses Coves en lo alto de unos sobresalientes escarpes; se trata de una casa de labor, alargada, con portón en arco de medio punto y rodeada de higueras, con hermosas plantaciones mixtas de olivos y algarrobos al pie.

Desde esta y por la Duaia Nova, una de cuyas casas, la que presenta numerosas chumberas al pie, ofrece una panorámica no menos espléndida, puede emprenderse el retorno a Capdepera.

Un camino de rodadura lleva desde Albarca a Matzoc y por un ondulado terreno de colinas se llega a la playa de sa Font salada. Luego empinada senda adelante se alcanza una llanada, Es Pla de Ses Bitles, limitada por el Puig de Ses Fites, el Puig des Vell Marí y, más allá del valle de Galleric, por la Talaia Morella y el Coll Paredat, y desde la que se domina el Cap de Pera y Agulla y se divisa la vecina Menorca.

   

Algo más abajo, en dirección al mar, yace Sa Font de Sa Vaca. Por una elevación que seguidamente se allana en collado se asciende suavemente hacia la Talaia Morella, torre cónica a 432,27 m. por encima del nivel del mar, con una puertecilla rectangular en lo alto, guardada por unas almenas. Fue construida en 1604, abandonada como atalaya en 1629, y a petición de los habitantes de Artà, de nuevo reforzada ante la posibilidad de que se produjera un ataque de los moros. La vista que desde ella se ofrece es ciertamente impresionante, pues desde el cabo de Formentor abarca luego todo el llano del Puig d'Inca hasta Randa, los altos de na Xeroi y las casa de betlem y s'Ermita, los escarpes de la montaña de Betlem y de la talaya Freda, comunicada esta por un largo collado con el cónico Puig Porrassar, alcanzando por último las colinas que rodean Capdepera hasta La Agulla y la sobresaliente punta de n'Amer.

Una vez dejado atrás el camino que desde Albarca regresa a Artà, seguimos senda adelante por un valle terroso que alcanza hasta el Verger. Algunos pinos pugnan por asentarse en este paraje, por lo demás feudo casi exclusivo del carrizo, y dedicado a cultivos en su parte más llana. Rodeamos un promontorio, dejamos a la izquierda la llamada senda de los Roters que se dirige a Artà y llegamos así al pie del Puig de Ses Murades, desde donde divisamos la casa del Verger al fondo del valle, aquí muy escarpado.

Por un sendero rocoso ascendemos al Puig des Corb que junto con el adyacente de Porrassar, que destaca como cerro cónico, y la talaya Freda con su altiva torre, cierran el valle de la Alqueria Vella que se inicia en el empinado Comellar Des Pinar y va poblándose de olivos a medida que avanza. Por el Coll des Garballó, que nos permite otear en el valle de s'Alzinaret hasta la distante talaya Morella por entre la talaya Freda y el Puig de Porrassar, vemos de nuevo la Alqueria Vella con su pequeña, modesta y pintoresca casa sita en mitad del olivar.

De vuelta al Coll del Garballó, una senda nos conduce por la parte alta del valle de la Alqueria Vella hasta la Ermita.

Salvando un Coll vemos la bahía de Alcúdia y la localidad desparramada al pie de un rosario de montañas. Más abajo aún damos con la llamada Font des Capellà, cuyas aguas gotean entre los helechos de la base de un peñasco coronado por un descomunal lentisco. Este punto ofrece una magnífica vista de Alcanada y Alcúdia y de la ya próxima Ermita. En el vallecillo inmediatamente inferior se encuentra la casa de Betlem de reciente construcción.

La nueva ermita fue inaugurada el 10 de mayo de 1818. A su izquierda se alza la iglesia, con pequeño atrio, pared circundante y banco a la derecha. Un solitario ciprés guarda la puerta, de dintel de piedra caliza en la que puede leerse la inscripción: “Solitudo sive eremitarum anachoretarum”. Encima, un reloj de sol y un ventanuco a modo de lumbrera, y en lo más alto un rosetón. Una misma cubierta techa la cúpula y lo brazos de la cruz latina que conforma el interior de la pequeña nave, con columnas rústicas en los vértices de los que arrancan cuatro arcos de medio punto que sostienen la cúpula ovalada adornada por un fresco reciente representativo de la Coronación de la Virgen.

Los zócalos de las columnas son de bella piedra estalagmítica; las molduras superiores, de hermoso mármol negro de Artà veteado en blanco. Ambos brazos de la cruz alojan sendos altares, adornados también en su base con piedra estalagmítica. El altar mayor es de mármol y jaspe de la isla.

Atendamos ahora a las últimas estribaciones de la accidentada orografía de la parte suroccidental de la comarca, en dirección al llano Carrer del Figueral adelante avanza la carretera de Artà en dirección a Son Fortesa abriendo bellas imágenes retrospectivas de la localidad. Discurre aquella por terreno ligeramente ondulado poblado de almendros e higueras, y en las partes altas de olivos, en busca de Calicant.

A poco damos con las primeras estribaciones del Bec de Ferrutx al pie de la colina cónica de s'Esquerda que culmina a 382,14 m. por encima del nivel del mar, dominada en la parte izquierda por el Puig d'Alpara con sus 487,54 m., a cuyos pies se encuentra la magnífica casa blanca de Carrossa de Villalonga. Descendemos de nuevo para avanzar por un terreno ondulado poblado de olivos, almendros higueras y algunos algarrobos hasta el lugar denominado Ses Carbones, hondonada donde destaca la presencia de algunas norias. Camino adelante por un frondoso encinar que configura una especie de avenida y luego exuberante olivar al través llegamos a Son Fortesa, en lo alto de una pequeña elevación.

Más allá de Son Fortesa y salvando el torrente, otro ramal nos devuelve a la carretera principal. Carrossa, que queda a poca distancia a nuestra izquierda, es una casa con frente de siete ventanas sita en una posición dominante. El camino asciende por un pinar entre el Puig del Pare y el Bec de Ferrutx hasta alcanzar el Coll de Morell, otero privilegiado sobre la llanada de Artà y el valle alto de Morell con su hermosa propiedad homónima, de un lado, y el llano entero al que pone límite la Serra en lontananza, del otro. En el valle hay un Hort con olmos y algunos naranjos y al final del mismo destaca la presencia de altos cipreses, laureles, olmos y chopos. La majestuosa casa de Morell, perteneciente al marqués de Bellpuig y otrora una de las antiguas alquerías, presenta una terraza de cubierta sostenida por masivos contrafuertes, una vieja Clastra con acceso escalonado y una entrada en  arco.

Si tomamos de nuevo la carretera principal, con bella panorámica retrospectiva de Morell y el majestuoso Bec de Ferrutx, iniciamos al poco un descenso por terreno ondulado poblado de olivos dispuestos en ajustadas hileras y alcanzamos el llano; el paisaje, con la cadena de las montañas al fondo y el conspicuo Cap de Formentor es impresionante. Pasamos junto a un viejo molino de viento, y a la derecha, justo al pie del fantástico Ferrutx, aparece Sa Devesa con su viejo molino de viento abandonado. Poco después llegamos a Sa Canova dejando a la derecha el barranco homónimo con su exuberante plantación de higueras. Sa Canova es una pequeña casa con portón de medio punto y torre cubierta cuadrangular de sillares de piedra.

Atrás Sa canova, dejamos a la izquierda el rafal Pai e iniciamos un leve descenso en dirección al Pinar, no lejos del cual quedan Ses Pastores. Desde aquí, el grupo doble de los Puig Major de Lluc y de Sóller parecen formar una gran pirámide, singular corona de la isla de Mallorca. Grandes lentiscos, algunos pinos jóvenes y numerosos acebuches forman la vegetación. Queda a la izquierda Es Doblons, casa bastante grande y de color rojizo que queda del otro lado de la cañada; de este, Es Cabanells Vells.

Inmediatamente después de cruzare ese boscaje surge a la vista la majestuosa casa de Son Serra de Marina con su alta torre redonda y un molino de viento a la derecha.

Digna de ver es la hermosa cámara del grano o Quartera dividida por cuatro arcos en dos corredores de tres tramos. La hermosa bodega que queda debajo, igual que la Quartera superior y como esta con bóveda de marés, contienen dos grandes barricas y Botes Congrenyades."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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