De Alaró a Raixa (17)

"La siguiente localidad en la falda de la sierra en dirección a Alaró en Bunyola, oculta en el valle, y para llegar a ella nos dirigiremos en seguida al oeste, al pie de la colina, dese el camino que lleva de Alaró a Consell. Pasando junto al bien cuidado Mainou de Puigdorfila y Arboçar llegamos a Son Torrella desde donde un camino que queda por detrás del que desciende de Coanegra lleva a la vecina Santa María atravesando primero unas plantaciones de olivos y algarrobos y luego de almendros e higueras. Son Torrella es una majestuosa edificación, sólida y muy hermosa, con pilastras octogonales a modo de soporte del alero, balcones con enrejado de hierro y una entrada en arco de medio punto sobre la que se eleva una especie de torre. Un gran zaguán con nervaduras en el techo nos introduce en el bello patio con un pozo en el centro; en los lados longitudinales hay cuatro arcos escarzanos y en los transversales tres, todos sobre rústicas columnas redondas.

La finca cuenta también con establos abovedados, con una Tafona con cuatro vigas, dos molinos de sangre y uno pequeño de agua. El interior encierra numerosas salas bastante espaciosas pero modestas. A la izquierda de la entrada se encuentra la pequeña capilla con la bóveda que las nervaduras dividen en tres campos. Más chopos y algunos olmos acompañan el curso del Torrent de Son Torrella cuyas márgenes aparecen pobladas de exuberante vegetación.

El camino progresa a lo largo del Torrent de Coanegra por el lado izquierdo del valle, bastante angosto y rodeado de colinas pobladas en parte de olivos, en parte de pinos. Queda a la derecha una escarpada pared rocosa de color rojizo coronada d pinos, Es penyal Roig de Son Agulla. Todas las Possessions que se suceden a partir de Son Torrella poseen molino de agua. Del otro lado del camino se encuentra la gran casa de Son Oliver con su gran portal en forma de arco de medio punto; salva aquí el torrente un puente de piedra junto al que destaca la presencia de un espléndido huerto de frutales, con nogales, olmos y numerosas chumberas. El valle serpentea a continuación al pie de los farallones y escarpes rojizos del Penyal de Son Guitart en cuya falda es cultivada la ladera en forma de bancales. Pasamos junto a Son Roig por un paraje donde el serpenteante torrente queda de nuevo encerrado entre paredes de roca. En las proximidades abundan los huertos de naranjos. Unos pasos más y damos con can Milio, rodeada de chopos, nogales y olmos. Algunas exuberantes encinas elevan sobre ellos su oronda copa, y henos ya en el llamado Forn de Déu.

Seguimos en lo sucesivo el cauce del torrente por donde las laderas que lo enmarcan se pueblan de olivos en la base de pinos en las cotas más altas, al tiempo que el valle se hace más angosto hacia el paraje que se conoce por el nombre de Es Racó des Freu.

Salvando el collado que se abre en dirección al valle de Orient alcanzamos al fin Sa Comuna de Bunyola. La vegetación en torno es realmente lujuriosa: fresales, brezos, enebros y demás arbustivas medran aquí en gran número y con gran vigor. Damos con la casa de Sa Comuneta, habitada antes por un caballero. Desde aquí inicia la senda su descenso al verde valle de Orient, no sin atravesar antes un denso encinar y salvar por un pintoresco puentecillo el torrente de aguas vivas.

Si nos imaginamos de nuevo en Son Torrella y emprendemos ruta al oeste en dirección a Bunyola, vemos a nuestra izquierda Son Canals, con puerta en forma de arco de medio punto y hermosos naranjales vecinos. Desde aquí alcanzamos inmediatamente el Puig Gros de s’Estremera Vella, notable cerro que hacia la parte del llano se muestra exuberante de olivos y algarrobos, y por el este con algunos pinos.

Valle arriba damos con algunas casas de labranza con pequeños huertos de chumberas y melocotoneros asediados por trepadoras vides y alcanzamos a divisar ya, rodeada de altos, la localidad de Bunyola, de 1.608 habitantes. Las casas del lugar, 438 en número, aparecen más bien dispersas, aunque el grupo más importante se encuentra en la vertiente oriental del valle, en parte adosadas a la colina llamada Es castellet. De ahí que abunden las callejas escalonadas, con pavimento de pequeñas piedras, y que desde la parte alta de la localidad, donde crecen numerosas chumberas, se goce de una bella vista sobre la rada de Palma y bellver. Las casa son pequeñas, en su mayoría de dos plantas: 297 en total; las hay de tres plantas, 114, y sólo 27 de una sola. Muchas aparecen encaladas, con portal en arco de medio punto y alféizar de la ventana indefectiblemente voladizo; no falta en algunas la conocida parra. Al final de la calle mampostería, junto a la plazuela, hay una antigua casa con adornos de estilo renacentista. La iglesia, cuya techumbre se eleva hasta 233,38 m. por encima del nivel dl mar, es de exterior sencillo e interior ricamente adornado, con bóveda gótica y cinco elaboradas capillas laterales. Una galería se alza por encima de la entrada. La capilla del altar mayor tiene forma de nicho y bóveda de crucero.

En el valle de Bunyola, alrededor de la localidad, abundan los huertecillos de melocotoneros, nogales y membrillos, amén de exuberantes naranjos amargos, que al pie de aquella y hacia la salida de aquel forman una especie de tupida fronda. La colina cónica que domina Bunyola recibe el nombre de Es Castellet, al que asciende de una muralla de origen presuntamente moro, pero sin duda más moderno.  Un camino parcialmente entre paredes sube entre olivares y viñedos y luego en escalones tallados en la roca en dirección a la cumbre, hasta dar con la muralla que la rodea, de 175 cm. De grosor hacia el valle y de 125 cm. En la parte de Bunyola. Grandes piedras forman las esquinas de este parapeto, que hacia la localidad y a modo de cornisa natural presenta cuatro grandes escalones tallados en la roca. Desde lo alto se goza de una panorámica completa de Bunyola y su entorno.

Desde Bunyola se puede emprender una hermosa excursión a la vecina Comuna.

Atravesamos el Comellar  d’En Cupí a lo largo de una ladera con rojizos despeñaderos salpicados de cuevas: la primera se conoce con el nombre de Sa Cova Gran des Comellar des Racó de Can Fil, y la que se abre en la segunda prominencia montañosa, Sa Cova de Son Creus. En el antecitado Comellar d’En Cupí por donde progresa laboriosamente el camino, surgen en primer lugar numerosos almendros, luego pinos y algunas encinas solitarias. La Cova Gran, cuya amplia entrada permite ver ya alguna de las estalactitas de su interior, acoge por la noche el reposo de numerosas palomas silvestres del entorno.

El valle se extiende hasta Son Creus, y el camino asciende serpenteando entre pinos y arbustos por la llamada Part d’Amunt des Grau. Aquí se forma una especie de meseta donde un denso pinar presenta al pronto una barrancada que el camino desciende empinadamente para bordear luego un horno de cal al que parecen dar guardia un gran pino y un pequeño Aljub para las ovejas. Fresales y encinas se han adueñado de estos parajes, donde seguidamente se abre paso un umbroso camino en el que el silencio apenas es roto por el ocasional cucú del cuclillo.

Llegados a la cumbre más alta, de nombre Na Marit, a 666,76 m. por encima del nivel del mar y con algunos pinos, la vista que se ofrece en derredor es ciertamente extraordinaria.

Otro camino, accidentado y pedregoso, lleva por el otro lado a la localidad de Orient sita en las montañas, para llegar a la cual hay que abandonar Bunyola por el Carrer de la Síquia.

Junto a la carretera, en el fondo del valle, destaca el gran huerto de naranjos de Can Grau con sus perfectamente alineados árboles de buen tamaño.

Salvada la seca torrentera, el camino asciende en cinco curvas por el otro lado de la colina, que también aparece cultivado en bancales y plantado de olivos y algarrobos.

Salvada una vez más la torrentera, queda ahora esta a nuestra derecha, y se nos ofrece a la vista un valle más ancho en cuy parte izquierda se alza en pintoresca situación la casa de Son Creus semioculta por la hiedra.

En la zona del valle llamada Camp d’Honor por el predio allí existente se alza la gran casa del frontón con seis ventanas pintadas  de amarillo, con vieja la vivienda del arrendador a sus pies. Un aislado cerro destaca conspicuo en el lugar.

Desde Honor se ofrece en una pequeña colina una nueva carretera ascendente en doce curvas. El paraje aparece cubierto de brezos y hermosas encinas. Una vez en lo alto del Coll d’Honor gozamos de una magnífica vista a uno y otro lado, así como de la totalidad dl valle que acabamos de abandonar y del que se abra a continuación, el de Orient. Desde estas cumbres progresa en numerosas curvas de buen trazado y fáciles de tomar, el camino que desciende al valle de Orient atravesando densos pinares donde se intercalan algunos nísperos, numerosas encinas y exuberantes fresales.

Los bosques que se alinean en las márgenes del valle, y en particular en los altos de la derecha, cuentan entre los más densos y vigorosos de estas montañas. Vemos también a la derecha la casa de la Possessió de Ca Na Ferrera y Son Perot, esta rodeada de huertos de naranjos amargos entre los que se halla en construcción la casa del propietario, al pie de una caudalosa fuente.

Orient, lugar dependiente de Bunyola de la que dista 11,1 km., tiene 208 habitantes. Consiste apenas de la iglesia y de algunas casas dispersas en los campos, amén de un pequeño grupo al noreste, en lo alto de una colina poblada por las encinas más exuberantes y vigorosas que jamás me haya sido dado ver, separada del alto donde se eleva la iglesia por un vallecillo ocupado principalmente por árboles frutales y cañas. En total el lugar sólo cuenta con 38 casas. La iglesia presenta una puerta rectangular con el signo de Jesús en el dintel y un sencillo rosetón. El interior se configura en forma de bóveda de cañón sostenida por dos arcos de medio punto, uno de los cuales delimita la capilla columbariforme del altar mayor; hay también dos capillas laterales al estilo de la nave principal; todo el conjunto de sólida piedra. Encima de la entrada principal se encuentra una galería con un pequeño órgano. El altar de la capilla mayor lleva la fecha de 1686.

Salvando un collado nos adentramos en el valle de Coma-Sema, dominado por el Puig d’Amós y Sa Muntanya de Franquesa, más arriba de los cuales se encuentra aún el Puig de Sa Peta.

La casa es grande y forma un pintoresco conjunto con su Clastra abierta en la parte anterior y sus dos alas laterales. La parte principal del edificio, cuyo desván sostienen ocho columnas, presenta un portal en arco de medio punto cuyo dintel presiden los nombres de Jesús y María, las armas de Coma-Sema y una inscripción con la fecha de 1648; en el interior se lee 1688, y en la campana 1718.

Junto a la entrada de la casa hay un abrevadero a la sombra de un nogal y no lejos un molino de agua y algunas dependencias auxiliares; más arriba un Safareig.

Frente a esta se eleva el Puig de Ses Meravelles con sus abruptos cantiles cubiertos de hiedra donde se abre la entrada de la impresionante cueva que le da nombre, opuesta al Puig de l’Ofre. La oquedad, cuya abertura a modo de aguada ojival natural queda semioculta entre las zarzas, es muy espaciosa. Una escalera desciende al fondo. Por un acceso empinado y de escaso techo se llega a una especie de atrio de suelo regular y ligeramente inclinado; sigue a la derecha una pequeña abertura, Sa Boca des Forn, por la que se desciende apreciando al tiempo como refresca el aire en dirección exterior. A la derecha se encuentran unas formaciones conocidas con el nombre de Els Orgues, y a la izquierda la cámara principal de techo plano y abundantes estalagmitas quebradas, aunque las hay intactas y cual monstruosas coliflores pétreas en la parte superior derecha, donde aparece asimismo una excavación a la que asciende una rampa que las filiformes formaciones calcáreas parecen cubrir de velos. En el fondo de esta oquedad se encuentra una gran estalagmita columnar y por detrás de ella una pequeña cámara con innumerables estalactitas.

Desde Coma-Sema parte el camino del Bosc entre numerosos espinos y enebros, pasa luego por el valle que se abre a los pies de sa Franquesa y alcanza el Puig d’Amós sobre una hoyada boscosa. A la derecha se extiende el valle hasta Solleric con los dos collados de la Alcadena y del Castell d’Alaró. Destacan aquí la presencia de un gran túmulo neolítico (talaiot) cuya entrada se encuentra de la parte que da al Freu o angosto paso al valle, y de dos encinas de descomunal tamaño respectivamente conocidas con los nombres de Na Torta, la primera, y Es Collet la siguiente.

Como ya hemos señalado, desde Bunyola se llega en pocos minutos a la carretera de Sóller.

La casa de Raixa se encuentra al pie de una suave elevación ocupada en su mayor parte por huertos, y por hallarse en una cota algo más alta que la llanada en torno la domina casi enteramente. Hay junto a la entrada a una cisterna, y en el patio interior destaca la presencia de un viejo almez. El edificio no ofrece nada que destacar en su parte externa, pero posee un hermoso zaguán con diez arcos de medio punto sobre rústicas pilastras, que se abre hacia el exterior con vistas sobre la colina opuesta cultivada en bancales.

La colección de antigüedades se encuentra en la primera planta y ya en la entrada pueden leerse numerosas inscripciones empotradas en la pared. Una vez de la sala que alberga no pocas estatuas, aparece al punto a la derecha el busto del fundador junto a la puerta. Entre las estatuas las hay verdaderamente bellas, destacando en especial la señalada con el número 23, de Dyonisios, así como las denotadas con los números 32, 22 y 16.

En la cumbre de la colina ocupada por el jardín hay una casita construida en 1854 con una terraza lateral desde la que se domina toda la extensión ajardinada, la casa de Possessió al pie y las abruptas estribaciones del otro lado, son pertenecientes ya a otros propietarios.

El jardín se extiende también del otro lado de la casa adentrándose un tanto en el llano, comunicado con la parte descrita por medio de un airoso puente y ocupado en no poca medida por un complicado laberinto, enrevesados setos y una especie de estancia natural configurada por la exuberante hiedra. La abundancia de agua, la belleza de la situación, el esmerado artificio de los jardines y la proximidad de Palma se conjugan para hacer de Raixa una de las fincas más hermosas de toda la isla. No lejos se encuentra Raixeta, propiedad también del conde de Montenegro, y algo más allá Biniatzar, otra de las viejas alquerías de los tiempos de la conquista.

Volvamos a la carretera. Además de las dos cumbres de Raixa se nos ofrecen de esta parte otras dos separadas por un abrupto collado, y una tercera solitaria en mitad del llano; las tres, muy escarpadas y yermas, se conocen como los Colls de Raixa."

 

 

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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