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Vida de los fareros

“En cierta ocasión – cuenta Margalida Grimalt (hija de farero) – un barco de guerra no tuvo otra ocurrencia que bombardear el islote llamado Carallot (Bergantín), y le desmochó el penacho; antes era mucho más alto.
En otra ocasión una gran embarcación expolió la tierra de la isla Mayor, rica en detritus orgánicos, y tras hacer acopio de toda la carga que pudo, desapareció para venderla posteriormente como fertilizante. A finales del siglo XIX las serpientes ya no existían, pero aún oíamos hablar de ellas. Había, en cambio, gran abundancia de recursos marinos. Con frecuencia yo cogía langostas desde la misma tierra. Era el tiempo de un vapor llamado “La Unión”.
Recibíamos las visitas intermitentes de los contrabandistas. Muchos eran mallorquines, pero sobre el palo mayor de las naves flameaba siempre la bandera inglesa. Los castellonenses iban allí con redes a pescar langostas. También iban mallorquines, sobre todo pollensines, pero pescaban con nansas, y si no podían pescar se acercaban a la Ferrera a buscar huevos de gaviota”.
Palomero, J., Prólogo, Urios, G., Nachtwey, J., Traducción, Columbretes, 1895, Ed. Exmo. Ayto. Castellón, 1990

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