Hacia Ses Salines

Una de las excursiones más cortas, y al propio tiempo más amenas, que cabe emprender desde la ciudad de Eivissa es la que lleva a Ses Salines a unas dos horas de marcha en dirección Oeste, por un camino de herradura que atraviesa el llano costero, practicable, aunque con dificultad, por los carruajes ligeros. Coincide en su inicio con la ruta de Sant Josep.

Inmediatamente después de algunos hermosos grupos de palmeras que embellecen las cercanías de la ciudad nos encontramos ya en pleno llano de Ses Salines, delimitado por algunos cerros de escasa altura y parcamente poblado de arbustos y matorrales por el Noroeste y bañado en sus confines meridionales por las olas del mar. Predomina a la entrada del llano el olivo, (…).

Frente al cementerio y orientado hacia el mar encontramos un huerto de nopales o chumberas con las formas más insólitas y grotescas que imaginarse pueda; tanto así que a la luz de la luna, diríanse los espíritus de aquellos cuyos restos descansan ya para siempre en el sagrado recinto inmediato.

Las colinas que cierran por el Sur la llanura de Ses Salines, como las que lo hacen por el Este, unas y otras perfectamente visibles desde Eivissa, surgen ahora nuestra vista con toda claridad. Conocidas como cerros de Ses Salines o de sa Sal Roja y de es Corb Marí, su mayor elevación alcanza unos 150 metros.

Muy cerca de Sant Francesc se inician la salinas, que se extienden entre las dos citadas formaciones de cerros hasta alcanzar la dunas arenosas, cubriendo en toral un área de unas seis millas. Se trata de hondonadas marismeñas cuyo fondo liso lo compone en superficie una capa de tierra arenosa rojiza, y en profundidad un limo muy denso de color negro; este último presenta una elevada concentración salina, razón por la cual no crece sobre ella la menor brizna de hierba.

La totalidad del área aparece dividida en trece zonas distintas ( estanques) por medio de pequeños diques, cada uno de los cuales, lleva un nombre especial. Los diques consisten en paredes dobles construidas de ladrillos crudos unidos entre sí ( mampostería) y que forman una especie de corredor, interrumpido aquí y allá, sea para permitir el paso del agua sea para instalar allí ruedas de álabes con cruda ayuda, cuando es recogida la sal, se desecan los lechos.

Cuando se aproxima el tiempo de la recogida de sal el Administrador Principal recaba de los alcaldes de las diferentes comunidades un censo de todos los vecinos que poseen mulas, así como una lista de los asnos aptos para servicio que también aquellos puedan poseer. Los vecinos tienen la obligación, pues, de comparecer en las salinas con sus animales, el día que a tal efecto les es señalado por el alcalde. Una vez reunidos en el lugar, se les envía a los diferentes lugares de extracción.

La sal extraída en Eivissa es de excelente calidad y, en principio, del más puro color blanco. Sin embrago, comoquiera que los montones acumulados no son tapados con paja, como se hace en otras regiones, sino que quedan a la intemperie a veces meses y más meses, la pureza citada ciertamente no mejora.

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Primera parte: Las Antiguas Pitiusas. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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