Pitiusas

Casas ibicencas

Las casas aisladas representan propiamente la vivienda rural ibicenca. Se encuentran próximas a las tierras cultivadas por la familia, cuando no, en su mayoría, en el interior de las mismas. Son pequeñas y bajas, imagen misma de pobre y triste soledad. Paredes bajas, de piedra seca, sin mortero, rodean la propiedad, y una pequeña puerta con verja de hierro da acceso a la vivienda propiamente dicha, al final de un miserable sendero. Vigorosas chumberas forman en torno a la casa una inexpugnable espesura; cañaverales, perfumados arbustos y algún que otro olivo o higuera altiva prestan sombra al apacible lugar.

Las casas aparecen en su mayoría pintadas de blanco, y sólo excepcionalmente en su tono crudo natural, que al poco adquiere una pátina oscura gris amarillenta.

Al estilo del Sur de Italia y moro, están provistas de techado plano consistente de vigas horizontales que sustentan una simple cubierta a base de lechada de lechada de cal y arcilla. Los muros laterales forman en torno a esa plataforma un reborde verticalmente redondeado y perforado en uno de sus lados para alivio de las aguas de lluvia. Estos techos planos sirven principalmente para el secado de higos y legumbres, y, por lo común, son demasiado débiles para soportar a la vez el peso de varias personas.

Las ventanas de las alquerías ibicencas son muy pequeñas y en su mayoría sin cristales, cerrando simplemente por medio de una contraventana o enrejado de madera en forma de cruz. De todas formas, en casas tan diminutas, provistas de puertas tan grandes, aquellas son del todo dispensables, de manera que es raro que se encuentren en número de más de dos. Si la edificación cuenta con un segundo piso, las ventanas del superior son algo más grandes y, en particular en las proximidades de las salinas, muestran como protección contra el sol persianas muy primitivas compuestas por una tablazón encajada distalmente en dos listones dispuestos a modo de marco lateral.

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Primera parte: Las Antiguas Pitiusas. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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