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"El camino que lleva a Pollença a Sant Vicenç pasa por Can d’En Camp. Vemos a la derecha la colina rocosa llamada Es Beguins, de base alfombrada de encinas. Salvamos el torrente orillado de pitas en la riba izquierda, queda a nuestra derecha el camino de la Possessió de Llenaire y surge a nuestra vista la montaña de Santueri, redonda, prominente y de formas muy regulares, embajadora de otra llamada Sa Punta. Abandonamos Es Camí des Port y tomamos por la izquierda en busca ya del mar, dejando no obstante el que de esa parte conduce a la Possessió de Sa Font.
Salvada una torreta vemos a la derecha un naranjal y una casa blanca llamada Can Botana, rodeada de encinas y al pie de un cerro cónico poblado de pinos, por detrás del cual destacan las altas cumbres de Formetor. Camino adelante, San Vicenç; a la izquierda, detrás de un bosquecillo de encinas, can Martorell que en ocasiones mana a borbotones aún en ausencia de lluvia, cuando arrecia el viento, por lo que se la conoce como “La fuente loca”. Sigue luego la casita del Hort de Sant Vicenç, antigua, con arco central y torre cuadrangular. Desde ella se goza de una espléndida vista tanto en dirección al mar, con la torre de Sant Vicenç, como hacia Pollença, con el Puig y la Vall d’En Marc. No menos hermosa es la panorámica que se ofrece del prominente Formentor desde el camino que desciende a la costa.
La torre que domina la doble ensenada es redonda en su parte trasera y triangular en el frente, de un diámetro de unas nueve varas y alto de hasta once, con tronera que guarda la puerta y ventana abierta al mar. Presenta también un parapeto de dos pies de grueso, hoy asiento de numerosos áloes de vivo color amarillo veteado en rojo. Impresionante es desde aquí la imagen de la mar desatada en días de temporal. Junto al Torrent de la Font Peixera crecen muchas y muy vigorosas encinas.
Salvado el torrente, el camino que lleva de Pollença al Port progresa entre plantaciones de olivos, higueras y almendros cercadas por paredes secas. Queda a la derecha una lomera larga y de poca altura, y la vía prosigue al pie de las montañas que separan el puerto del valle de Sant Vicenç, pasa junto a la casa de Sa Punta, junto a la cual hay otra en construcción, y contornea la ladera poblada de palmitos. Iniciamos un suave descenso.
En una colina pletórica de exuberantes chumberas se alza la casa de Llenaire, con portalón en forma de arco de medio punto y pozo en la parte delantera. Hermosa es ciertamente la vista que desde aquí se ofrece del llano, del valle de Pollença y Colonya plantado de olivos, del redondo Puig de Santueri y de la Mare de Déu.
Aparecen por la izquierda los primeros escarpados del Cap Formentor, y a las plantaciones de olivos y algarrobos suceden labrantíos e higuerales. A mano izquierda, dos pequeñas Possessions, Can Vela y Gotmar, luego la torre redonda de un ya desaparecido molino de viento, con espléndidas vistas de Albercutx, y a la derecha, un pinar con esbeltos ejemplares de voluminosa copa. Del otro lado s’Illa; algo más lejos Bóquer. De la cadena de montañas de Formentor destaca en primer lugar una cumbre a la que sigue un valle, Bóquer con otra cima y rojizos campos, luego Albercutx y su valle cerrado por otro otero.
Abundan en torno a Bóquer los almendros e higueras, y la casa presenta una torre con talud, portal en arco de medio punto y ventanas cuadradas; otra casa otrora construida a igual altura que la actual y más tarde ampliada configura hoy la Clastra presente, por detrás de la cual se elevan numerosos y pintorescos peñascos recubiertos enteramente de lentiscos y palmitos.
El valle se angosta en su parte superior después de haber dado cabida a campos de grano e higuerales y de rodearse de yermas colinas feudo del esparto. Ascendemos pues pausadamente hacia unas grandes rocas sobresalientes en dirección a una casa aislada, y poco a poco apreciamos que la andadura de hace más difícil y abrupta; aparece otra casita y el valle se ensancha de nuevo antes de descender en busca del mar.
Desde el Moll sigue el camino a lo largo de la orilla, luego recto hacia la casa d’Albercutx en un altozano del valle homónimo cerrado por la prominente Penya del Migdia. La casa es de construcción sencilla, con puerta en arco d medio punto y algunos viejos ejemplares de almez guardando la entrada. La bahía de Pollença se ofrece desde aquí en imagen muy pintoresca, como no lo es menos la que alcanza hasta las suaves ondulaciones montañosas del horizonte y Alcúdia. El fondo del valle aparece enteramente ocupado por grandes plantaciones de higueras, y por un bosquecillo de pinos la base de la Penya del Migdia; el resto es puro erial.
El camino prosigue desde la casa de Albercutx en dirección a la Penya del Migdia con vistas sobre la bahía de Pollença hasta alcanzar un Coll por el que inicia el ascenso a la Talaia. Damos en la ladera con dos cisternas con cubierta plana, de las que mediante Cossis se abreva en verano a cabras y ovejas. La imagen de la doble ensenada es desde aquí particularmente encantadora.
La torre, construida en 1629, presenta troneras y barbacanas hacia tres lados, así como una pequeña puerta hacia el sur, a buena altura y sin escalera, pues los escalones otrora sujetos por unos cabos yacen ahora en el suelo y el ascenso resulta imposible. Desde esta torre y en dirección este se tiene una hermosa vista de la isla del Colomer, de los peñascos poblados de palomas y de s’Illa, a la derecha. También de este lado quedan el promontorio de Pinola y el Puig d’En Marc, al que sigue el Castell d’Albercutx.
Atravesamos seguidamente un denso pinar cuyo exuberante manto está compuesto de romero, palmitos y lentiscos y alcanzamos el fondo calizo del valle, donde en una suave pendiente de la izquierda, no lejos de un gran pino, se encuentra la casa d Formentor.
Formentor, con su Clastra y vieja encina, es una edificación moderna, con cinco ventanas a lo largo y dos a lo ancho, torre de sillares de marés con lumbreras redondas y saeteras, a las que se suman dos troneras más en la parte inferior, del lado derecho, para guardar la puerta.
Seguimos camino y después de atravesar un bosque de pinos alcanzamos un Coll que nos abre paso a la Font de ses Egües (yeguas) y al vallecillo que desciende en dirección de Cala Figuera, donde a los pies del pico llamado Fumat se encuentra el Hort d Cala Murta. Torcemos a la derecha y por una cañada abrupta descendemos hasta Cala Murta por una senda bordeada de latos palmitos que se adentra en un prodigioso pinar, acaso uno de los más antiguos y más densos de toda la isla. Destacan entre ellos cinco enormes ejemplares que el propietario se ha propuesto no talar jamás; el más grande es el llamado Pi de la Pouada próximo a la orilla del mar.
Nos proponemos ascender al escarpado Fumat, cuya cumbre se encuentra a 334,35 m. por encima del nivel del mar y cuyas laderas se visten de palmitos de grueso tronco. La vista que se nos ofrece es de alcance similar a la de la Talaia, sólo que en dirección contraria: la totalidad del valle de Formentor hasta la esbelta torre del faro.
De nuevo se hace singularmente espléndida la vista de los altos que dominan Cala Figuera.
Al norte son grandes paredes rocosas, sin vegetación, las que caen a pico sobre el mar. El Cap se ahonda veril abajo en la punta, y a la derecha del faro, con la vista al mar descubrimos una roca horadada, el llamado Pont de les Moles. Una empinada vereda lleva en tres curvas, y en su tramo último escalones, a la cala inmediata. El faro es visitado con frecuencia por gentes que ascienden desde Cala En Gossalba. En todo el paraje del Cap Formentor crecen numerosas plantas de poca talla muy espinosas, llamadas Eriçons, y añosos pinos marítimos rezumantes de resina que suministran una excelente madera para la construcción.
El punto de mayor atracción de Pollença, el lugar que ha extendido su fama a lo largo y ancho de la isla es sin duda el Puig de la Mare de Déu, también llamado Puig de Pollença, que se eleva unos 600 m. por encima del nivel del mar, aislado y conspicuo a unos 5,6 km. Al sureste de la localidad.
U grueso pasadizo atravesado por una ventana en arco de medio punto comunica el edificio con la torre; antes lo hacía únicamente un puente levadizo. Cinco escalones, al punto de entrar y a mano derecha ascienden al pequeño portón de entrada en cuyo dintel se lee la fecha de 1790. Y por encima del muro, un corredor lleva a una puerta de acceso al edificio. Las ventanas de este lado presentan sin excepción un antepecho. Una amplia terraza o patio a la sombra de dos viejos almeces se abre frente a la entrada cercada por un muro.
El Rebost, donde se guardan los manteles, ropa de cama, cubertería y todos los utensilios de la cocina, se encuentra en la planta inferior, al igual que una gran cocina para los peregrinos y las copas de arcilla de Santa Eugènia para la dispensa del vino. Sirve el lugar al propio tiempo como vivienda del Donat, que debe ser hombre casado, pero sin hijos, cuya mujer debe atender a la cocina y a los peregrinos que demanden sus servicios en la mesa. En la parte sur se encuentra el ala del edificio destinada a refectorio o comedor.
La iglesia situada al noroeste de la hospedería y de proporciones relativamente grandes sólo presenta una nave, con coro encima de la entrada principal, la sillería del cual es de estilo muy antiguo y basto, y donde dos arcos de punto sumamente alto sostienen la bóveda. En la clave de uno de ellos se lee la fecha de 1743. El altar mayor, muy elaborado y con una reja presenta en su parte superior la inscripción: Ex elemosinis piorum 1700. Hay cuatro capillas laterales, tres a la izquierda y una a la derecha. En la segunda de la izquierda se encuentra la sepultura del marqués de Casa Desbrull, fallecido en 1835. En la primera de la izquierda puede contemplarse una anticuada representación de la Virgen con el Niño sobre fondo dorado y rodeada de un coro de ángeles. El niño muestra la inscripción gótica: Ego sum via veritas. En el altar mayor se encuentra asimismo la antigua estatuilla de piedra, de 1 metro de alto y tan venerada por las gentes del lugar, que representa a la Madre de Dios con su Hijo, de color alabastrino y en el interior de un camarín giratorio generalmente vuelto del otro lado del altar, donde pueden verse de cerca."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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