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Valldemossa y el Teix (5)

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Lo que dice el Arxiduc:

"Por detrás de Son Olesa pone límite a la meseta el alto casi cónico del Puig de la Moneda, pinos en la falda, y claros y jarales en la cumbre, desde donde se dominan los alrededores del valle: la Talaia Vella, la Talaia de Valldemossa, el promontorio llamado Muntanya de Can Prom, los farallones del valle del Port, la Forardada y la apacible ermita. Del otro lado, el valle de Valldemossa, Son Gual y la Coma, el elevado Teix y la cumbre de la Comuna que separa el valle de Son Ferrandell de la Mola de Son Pacs, y más allá el valle del Coll d’En Claret entre este y la Moleta de Son Cabaspre; más distante, el arromado promontorio del Coll d’En Claret con la Mola de Planícia y los altos de Banyalbufar al fondo.

Una buena carretera, en parte enmarcada entre paredes de altura superior a la de un hombre, nos lleva desde Son Ferrandell, donde abundan las moreras, la vía principal que desde Palma pasa por Valldemossa para alcanzar Deià. La intersección con aquella se produce junto a un Safareig triangular conocido con el nombre de Safareig de tres Cantons, que riega las tierras altas de mi propiedad que constituyen la llanada de Sa Sínia así llamada por la presencia de una noria. Los olivos aparecen plantados en hileras con intervalos regulares, entre las que crecen judías, toda clase de hortalizas y cereales, inclusive maíz. Si desde el Safareig nombrado nos encaminamos en dirección a Valldemossa la vía, ahora angosta, discurre a lo largo de un Torrent; vemos a la derecha, rodeada de hermosos olivos, la moderna casa de Son Bauçà con su huerto de naranjos al pie; y quedan a la izquierda los llanos terrenos de Son Moragues con sus cuidadas hileras de olivos.

Cuenta con 1.595 habitantes, en su mayoría arrendatarios pues Valldemossa se encuentra rodeada por todos lados por grandes fincas de señores palmesanos; de ahí que la propiedad se halle muy poco repartida, de donde que, a diferencia de otras localidades de Mallorca, la pobreza sea mayor. Hay 327 casas, 25 de ellas deshabitadas. Las más son de una planta, sólo 77 poseen dos. Las pequeñas y oscuras casas presentan en su mayoría una entrada en forma de arco de medio punto, aunque las hay también con puerta rectangular. Algunas muestran un emparrado a la entrada y varios poyos (Pedrissos), algunos distribuidos en una especie de pequeña terraza. Muchas de esas construcciones presentan una fachada con enlucido de mortero en el que han sido insertadas piedrecillas a modo de mosaico que compone toda suerte de motivos, figuras fantásticas, círculos y otros dibujos. Algunas de las casas son de data muy antigua, del siglo XVII por ejemplo, como la llamada Can Salvà del Carrer de la Rosa, que ostenta un escudo de armas con una herradura y la fecha de 1611. Otra edificación, en una esquina, muestra el nombre de Jesús y la fecha de 1591, mientras que la Casa Mas, la última que se encuentra al abandonar la población montaña arriba, lleva sobre el arco de la entrada la fecha de 1590. No pocas presentan un alero de tejas pintado de rojo. Las callejuelas están empedradas y dispuestas en escalones (Grases). Descubrimos asimismo unas cuantas glorietas irregulares, como la placera de Son Gallart, la Plaça Publica, donde se encuentra una taberna con marquesina y bastas pilastras de piedra, la del Porxo, con la modesta casa consistorial con reloj de sol y carnicería adosada y en una parte más baja del pueblo la pequeña plaza de la iglesia parroquial.

Pero Valldemossa cuenta con una iglesia mucho más grande que el templo parroquial. Se trata del antiguo monasterio de La Cartoixa, en la parte oeste de la población y sin duda la construcción más interesante. El origen de este edificio se pierde en los tiempos de los moros, cuyos principales al parecer ubicaron ahí su palacio de verano. El alcázar de los freyes de Aragón erigido en este lugar lo mandó construir el rey Sanxo, según orden fechada en 3 de julio de 1321 y fue Martín Montaner su primer alcaide.

La cartuja quedó primeramente suprimida en los años 1821-1823 y por último anulada del todo en el año 1835 junto con los restantes monasterios y conventos de la isla. Todavía hoy recuerdan las gentes los tiempos de los Frares, en número de 22, que en Valldemossa eran ricos y generosos y distribuían muchas limosnas. El edificio del monasterio fue vendido por partes a particulares que convirtieron las celdas en viviendas de verano.

A raíz de la construcción de la carretera este acceso ha quedado cerrado y ahora se entra a través de dos portales en la parte de atrás de un espacio cuyo centro ocupa un pozo y lados varios tilos y plátanos. Por fuera ofrece una fachada blanca y sencilla con dos ventanas, un rosetón central y un portal cerrado que nunca se ha llegado a eliminar. Por la parte de detrás, la iglesia presenta un peculiar ábside sobre un viejo muro y dos torres a ambos lados; la que queda a la izquierda del visitante carece de coronamiento, y la de la derecha, con una anticuada cimera con cubierta de tejas verdes, se alza por delante de una terraza y me recuerda vivamente alguna de nuestras iglesias rurales. El interior del templo es bastante grande y en forma de cruz latina. Cinco arcos de medio punto soportan el brazo más largo, y entre ellos quedan huecos cuneiformes con ventanas, como es común en muchas iglesias mallorquinas. Los arcos descansan sobre una especie de pedestal elevado sobre voluminosa moldura sostenida por lisas columnas románicas que en las cuatro esquinas de la nave transversal se juntan por pares. Sendas ventanas iluminan simplemente cada una de las naves, la más pequeña de las cuales o transversal se corona de una cúpula. Esta, así como parte de los brazos laterales y cuatro zonas de la bóveda, entre los arcos, presentan unas pinturas al fresco. Tres peldaños ascienden al altar mayor. Por lo demás, la blanca iglesia es muy luminosa y con aire más bien italiano que español. El suelo aparece revestido de baldosas cerámicas que componen un dibujo ciertamente bello. El empedrado del patio interior abre huecos para unos parterres en forma de estrella. El corredor que circunda el patio es de techo abovedado, y además de la puerta que conduce a la iglesia se abren en él varias más. Un pequeño portal al gusto italiano da sobre el espacio abierto presidido por la fachada de aquella; por otro se accede a un ancho corredor abovedado, muy largo, con un rosetón en su extremos y al que dan todas las puertas de las antiguas celdas que hoy, transformadas y restauradas con sus correspondientes jardincillos, sirven de residencia estival a muchas familias palmesanas.

En el camino que lleva a la Comuna, bosque antaño público y ha poco vendido, se encuentra una fábrica de yeso desde la que se goza una espléndida vista de la cartuja, de las palmeras a sus pies, de la imponente terraza y de los semirámicos jardincillos.  Sobre unas pintorescas rocas se alza la pequeña capilla de la Beata, desde cuyo pórtico se divisa el mar de la parte norte y la espaciosa llanada. La construcción presenta una bóveda de cañón y contiene un feo altar con un basto relieve d la Beata, algunos rosarios y gorras de marinero cuelgan de las paredes a modo de exvotos. La capilla ha sido restaurada recientemente con mucho gusto.

   

Un camino en parte pavimentado va en busca de Na Fàtima; no lejos, a la izquierda, brota una fuente bajo cubierta abovedada. Salvada una fronda de pinos se abre una hoyada de olivos al pie de los altos de Na Fátima conocidos con el nombre de Ses Estelles. Una escarpada trocha de piedras lleva hasta la cima de Fàtima donde son visibles todavía tres torrecillas con orificio para las banderas de marcación de las tomas geodésicas, a 650,56 m. por encima del nivel del mar. Huelga decir que la panorámica es impresionante: el cerrado valle de Son Salat, la bella Valldemossa con la cartuja que se prolonga hasta Son Moragues y Son Mas, y al fondo el mar de la costa norte; más allá las montañas de Son Moragues, los majestuosos altos del Teix y, a sus pies, junto al siempre verde encinar y en mitad de una hondonada poblada de olivos, Pastoritx.

Salvamos luego el collado del Puig des Serral des Pi y progresamos por unos bancales de vigorosos olivos. Un acueducto de doce arcos escarzanos y seis de medio punto lleva el agua de una fuente, sólo para riego, hasta Pastoritx, frente a cuya casa se alzan dos hermosos almeces. Una entrada en arco de medio punto presidido por un escudo de armas con almenas nos da acceso a la casa modernizada, el centro de cuyo patio ocupa una cisterna excavada en la roca, el fondo lo cierran tres nuevos arcos rebajados, y los lados derecho e izquierdo quedan para la Tafona y los establos respectivamente.

Son Brondo posee una amplia carrera con tres altas palmeras y vista sobre los Horts inferiores con naranjos y casitas cuadrangulares, Na Fàtima, la Mola de Son Pacs y la oscura casa de Son Matge sobre un fondo de pinos carrascos. Son Brondo es una edificación majestuosa, recientemente ampliada, con frontal de siete ventanas y un portal en arco de medio punto, sobre el que sobresale un balcón con balaustrada y cubierta, y pulcramente vestido de azulejos en su parte interior. La mitad de la casa es totalmente nueva y por detrás de ella se encuentra una fuente junto a un almez. En el patio interior nace una escalera de reciente construcción, a la izquierda de la entrada se encuentra la capilla, y en la parte trasera de la casa se abre un hermoso Terrat con balaustres, tres arcos escarzanos sostenidos por rústicas pilastras delante y dos arcos más por lado.

Salvando el torrente que desciende del valle de Sa Baduia, feudo de encinas y nogales, se llega a Son Salat. Por debajo de la casa, un emparrado con columnas octagonales lleva hasta el Hort. Son Salvat de Coma-sema presenta un pequeño patio delimitado por dos alas de la vivienda, la de la izquierda con un arco en su extremos, del que pende una campana. Detrás de la casa hay un Aljub que recoge las aguas captadas en el Hort Nou que queda por encima de la casa. Esta muestra una bella escalera de madera y se comunica con el Hort por una rampa doble.

Situémonos  de nuevo en La Coma. A lo largo del torrente que atraviesa el valle entre plantaciones de olivos y algarrobos alcanzamos un paraje en empinada cuesta con una barrera que cierra el bosque de mi propiedad llamado Es Cairats, por el que asciende el camino del Teix en busca del Coll de Sóller, la comunicación más corta aunque difícil en extremo entre Valldemossa y Sóller. Vamos a seguirla para alcanzar el pico de Es Teix, el más alto de los montes de Valldemossa. Todas las laderas son frondosas; en la de la izquierda divisamos algunos picos carrascos. La senda, accidentada donde las haya, progresa sinuosamente estribación arriba dejando atrás un ramal que por s’Abeurada conduce a Son Moragues y pasando junto a la Casa de Neu (la cabaña de nieve) perteneciente a esa última propiedad. A la sombra de uin viejo chopo, si no es ciertamente el lugar que, en comparación con otros parajes situados a más altura, más ocasiones brinda de obtener nieve, sí es el más accesible para proceder eventualmente a su transporte. Alcanzada la cumbre, el camino progresa seguidamente por un tramo llano hasta la casa del Teix, próxima al Coll de Sóller que nos abre paso al fin a esa localidad.

Gracias a la presencia de un grupo de olmos y chopos y al magnífico manantial ll amado Sa Font d’En Seguí que brota en una oquedad a la izquierda de la carretera, reina en la casa del Teix el más reparador de los frescores.

A la derecha, la hoyada que recoge las aguas de Sa Font de s'Aritja, y tras salvar una barrera y trasponer un grupo de chopos accedemos a un bello encinar desde el que se ofrece una preciosa vista de la Serra d’Alfàbia; al poco una nueva barrera marca el lugar con mejores vistas sobre el valle de Sóller, de formas tan clásicas. Alcanzamos un collado y damos con una era y cuatro viejas casas, las llamadas Cases del Rei En Jaume pues en ellas vivió un tiempo el rey con la esperanza, plenamente satisfecha, de reparar su maltrecha salud con el aire puro de las montañas. Dan de una parte hacia Sóller y de la otra sobre el Comellar des Gorg. Queda a la dercha el alto del Teix, a la izquierda el vecino Mirador, y más allá el Puig de Son Pere y la Serra de s’Alqueria d’Avall.

La cima del Teix es de fácil acceso y con vistas gratificantes en extremo. La imagen más bella es sin duda la que constituye el grupo del Puig Major, con Lluc al fondo y las estribaciones que descienden hacia el mar hasta los altos de la Costera. Entre estas cimas del este, donde un hito de triangulación indica una altura de 1.064,04 m., y sus pares del oeste se abre un llano de campos de labor."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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