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"Desde Es Capdellà, un camino de rodadura conecta con la carretera principal, ora paralelo al torrente ora alejándose de él. A nuestra derecha se alzan los desolados altos del Coll d’En Esteva, de cumbres yermas y pedregosas y falda aterrazada con olivos y pinos. El camino discurre junto a esas estribaciones, con el lecho del Torrent a la derecha, aquí bordeado de marciales juncos, allá de frondosas higueras. Camino adelante por terrenos accidentado se divisa a cierta distancia la Possessió de Peguera, al pie de una colina con olivos y pinos, y se llega a la carretera de Andratx, en el punto de confluencia de los dos barrancos antedichos y que recibe el nombre de Pas o Coll de Sa Mula.
Un pequeño puente nos permite salvar una hondonada y el acceso franco a la llanura de Santa Ponça, algo pedregosa pero bien explotada, con plantaciones de almendros, higueras, olivos y algarrobos, además de pinos jóvenes. El ya descrito molino próximo a la casa de Santa Ponça que acabamos de dejar a poca distancia a la izquierda sobresale con sus aspas por encima de los árboles haciéndose bien visible desde muy lejos. La vista abarca la bahía de Santa Ponça.
Queda a la derecha la casa de Peguera con sus extensos viñedos al pie. Se trata de una majestuosa construcción con cuatro ventanas en la primera planta y siete en la baja. Encierra un gran patio con cisterna en el centro. La Tafona cuenta con dos Bigues y una prensa. Frente a la casa se extiende una espaciosa era, desde la que se goza de una hermosa vista sobre el accidentado valle de Calvià con sus rojizas montañas, de la iglesia y de la casa de Torà en lo alto de un cerro.
El camino asciende un tanto en dirección al frondoso promontorio del Cap Andritxol, o Serra del Bosc por otro nombre, y salva y domina la ensenada siguiente, encerrada entre los altos de Cala Llamp. Cerca de la orilla, a los pies del camino, junto a una despejada curva se encuentra la Possessió de Camp de Mar, antes propiedad del marqués de La Romana y perteneciente a Son Fortuny.
Casi en línea recta desciende ahora la carretera suavemente en dirección al bello valle de Andratx, población cuyas casas e iglesia divisamos ya en la distancia, cuyo perfil pespuntean algunos molinos de viento aislados, al pie de unas colinas ora yermas ora pobladas de pinos. Componen la imagen más bonita las casas de Can de l’Aigua, agrupadas a la izquierda, muy cerca de la carretera, con su torre de cubierta inclinada. El Carrer de Cerdà nos abre paso a la población. Andratx, la antigua Andrachium de los romanos, es una de las localidades más acogedoras de Mallorca. En un altozano hacia el este se encuentra la iglesia parroquial, una de las más antiguas y, se cree, fundada con la localidad sobre los restos de un viejo asentamiento romano al poco de la conquista de Mallorca por Jaime I. En la bula de Inocencio IV de 1248 ya es nombrada como Santa Maria de Andratx. De exterior sencillo, presenta a la derecha una torre con cimera piramidal cuya aguja se eleva 132,84 m. por encima del nivel del mar. El interior es bastante espacioso, de 48 pasos de largo, en estilo ojival. Siete columnas adosadas a la pared sostienen igual número de arcos, de los que parten unas nervaduras que se entrecruzan de manera sencilla en claves de bóveda con imágenes de santos. Domina la entrada un coro iluminado a través de un rosetón; otro más pequeño se abre encima de la capilla del altar mayor, al que conducen tres peldaños, en él se encuentra la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, segunda patrona de la localidad. Cinco son las capillas dispuestas a uno y otro lado, la primera de la izquierda constituye la entrada y su opuesta es mayor que las demás. En la capilla de la Beata Catalina Tomàs podemos ver su estatua, obra del escultor Adrià Ferrà.
Muy cerca todavía de Andratx encontramos en un altozano la majestuosa Possessió de Son Mas perteneciente al marqués de La Romana, a la que da fondo una pequeña cadena de colinas aquí y allá cubierta de pinos. Lleva a la casa, antigua y pintoresca, un camino que salva una hondonada poblada de olivos y serpentea entre grupos de chumberas; en la fachada oeste se alza una torre cuadrangular, ennegrecida por el tiempo, con cubierta a dos vertientes y que en su parte sur presenta una ventana gótica. En el patio hay un emparrado sostenido por columnas octogonales de marés; en el centro, una cisterna.
Se encuentra en posición dominante la majestuosa casa de s’Alqueria, con entrada de arco redondo y pórtico que progresa en arcos de matrices compuestas. Los muros aparecen enlucidos con pequeñas piedras y en medio un pozo con emparrado que sostienen cuatro columnas cuadráticas de cantos arromados. Desde este lugar se tiene el mejor acceso a la Mola de s’Escrop o Esclop, que es adonde dirigiremos nuestros pasos seguidamente. Pasamos al efecto por el Coll Baix tras ascender por una empinada cuesta rocosa, desde cuya cima contemplamos el extenso bosque de pinos de la Alqueria, el valle de Andratx, el puerto y la ensenada de Santa ponça, con parte del promontorio de Cap Malgrat y del Toro; al fondo el mar y la distante Eivissa. Se abre ante nosotros el camino que lleva a la Serra del Vent, mientras el nuestro progresa entre pinos y carrizos. La vegetación desaparece al poco casi del todo, a excepción del carrizo y la garriga. Por un sinuoso sendero de grava se alcanza el puerto que media entre las dos cumbres de la Mola, el llamado Coll del Ciuronar, otero privilegiado con vistas al casi piramidal Puig de Galatzó, las cimas que se suceden hasta el Puig Major y la vasta llanada que parece extenderse hasta Cabrera.
El lado norte alcanza la cumbre algo más de altura que el lugar, a unos 150 m. de distancia, ocupado por la casita de Aragó y moteado aquí por unas pequeñas pirámides donde plantar las banderas de señales o miras necesarias para tareas geodésicas. La cima queda a 927,27 m. por encima del mar. Vemos desde aquí la torre d’Estellencs, el promontorio hacia Planícia, el ancho llano con diferentes grupos de casas, el saliente de Cap Blanc y la costa de Peguera.
Si desde Andratx, más que las montañas elegimos como destino el mar, hacia el que lleva un camino bastante bueno, al poco d abandonar la población pasamos junto a la huerta de naranjos y hortalizas de Son Esteva, a la izquierda, en una cota más elevada.
Dejamos a la izquierda el Puig s’Enfront que cierra el valle y en cuya falda, guardándolo, se alza rodeada de chumberas la Possessió de Son Orlandis, con su vieja torre con aspilleras y entrada de bóveda aplanada con un antiguo escudo de armas en la fachada. La gran casa, con una enorme y vigorosa parra a la entrada, posee una pequeña escalera exterior. La propiedad se encuentra en enfiteusis, y hasta la casa hoy pertenece a varios propietarios. Es quizá la que ocupa la situación más privilegiada en los alrededores de Andratx.
Después de Son Orlandis aparece un valle de suelo totalmente llano, prácticamente usado en su totalidad como campo de labor, con grandes plantaciones de higueras, cuyas grandes ramas se sostienen con estacas. Está limitado por suaves colinas ya bien diferenciadas y la vista que se ofrece es en verdad bella.
En la ribera oriental del Port d’Andratx, a la salida de una especie de cañada, se ha configurado un pequeño asentamiento al impulso de las jabonerías allí instaladas. Se trata de casas bajas, en su mayoría de pequeñas dimensiones, algunas de las cuales, sobre todo en las inmediaciones del puerto, con bóveda de cañón. Junto a ellas se alza la vieja torre de 7 varas de alto conocida con el nombre de castillo del Puerto o torre de Sant Francesc.
A su lado se encuentra la gran jabonería de Gabriel Valent, a la que suceden luego cabañas de pescadores alineadas a lo largo del irregular muelle de marés. Viene luego una especie de plaza con más cabañas, y algo más lejos la jabonería de Antoni Valent, por encima de la cual se encuentra la de Bosc.
Al oeste de Andratx se encuentra el paraje llamado de Sa Font, poblado de olivos y almendros, por el que pasa la carretera que se dirige a s’Arracó.
Además del paso por el que el camino de Andratx alcanza s’Arracó, este tiene aún otra comunicación con el valle junto a la que discurre el Torrent de s’Arracó. La senda pasa por Son Nadal, entre una colina con un molino a la izquierda y un elevado pinar a la derecha, serpenteando a la par que el cauce que no hace mucho diera origen a tantos estragos. El angosto terreno se puebla de almendros, olivos, algarrobos, y chopos antes de abrirse notablemente por detrás de un gran horno de cal. Entre colinas prosigue ahora nuestra andadura ladera abajo.
Desde S’Arracó nos lleva algo más de media hora alcanzar Sant Telm. El camino salva el cauce del río al poco de dejar la población, corta el valle, traspone una torrentera poblada de mirtos, ignora una senda que se abra a la izquierda y se incurva ladera arriba por un terreno rocoso salpicado de palmitos, cada vez más empinado y difícil
El torrente de este lado, los altos cubiertos de pinos del otro, y del oeste el mar, enmarcan la pequeña finca de Sant Telm de mi propiedad. Es un lugar idílico, uno de los más bellos de Mallorca, solitario y remoto pues no se comunica por camino alguno.
La torre cuadrangular o Castell de Sant Telm fue erigida en el año 1581 para la defensa de Andratx, construcción que, según documentos de esa fecha, hicieron posible los dineros obtenidos de una nave naufragada en territorio del obispo de Barcelona y la aportación de 1.000 libras que el gremio de comerciantes de Mallorca acordó al efecto y para la erección de la torre de la Dragonera. Se trata de una poderosa fábrica de sillares de marés, de 9 varas de ancho por lado y otro tanto de alto, con numerosas aspilleras. Tiene adosado por el oeste un Aljub, hoy convertido en establo. La torre era accesible antes desde el patio por medio de una simple escalera de cuerda, mientras que el arco redondo que propiamente constituía la entrada había sido ocluido con un muro, y aquella rellena de tierra en su mitad. Hice que esta fuera removida, y hoy una escalera interior lleva a la plataforma hoy todavía guardada por un cañón. La vista que desde aquí se ofrece sobre todo el Freu de la Dragonera es maravillosa, con la rocosa isla dominada por su elevado faro y el histórico islote de Pantaleu, junto a lsant Telm, primero en recibir el pie del Conquistador d Mallorca.
Descendemos al fin para asolearnos en esta playa, la más hermosa de Mallorca, muy indicada para la toma de baños de mar y la única saludable, pues las restantes riberas arenosas de la bahía de Palma, de Alcúdia y Pollença, y aún de Artà, lindan con terrenos pantanosos.
En la primera dirección, a espaldas de un promontorio cubierto de pinos que luego se adentra en el mar, damos con la vaguada de Cala Conills, límite de Sant Telm y lugar donde los pescadores se citan para teñir sus redes. Si, en cambio, dirigimos nuestros pasos hacia el norte, del otro lado de Sant Telm desciende una senda que salva el lecho de Punta Blanca y prosigue en línea recta, a poca distancia del mar, hasta alcanzar las laderas salpicadas de grupos de pinos."
Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.
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