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“Ahora queremos abandonar por un momento la costa y poner nuestra atención a la pequeña isla en frente, Peluso. Peluso está verde y lleno de arbustos en la parte sur, tiene una punta de arrecifes hacia el este, pero despeñaderos grandes hacia el sur y una roca como un monje [¿?] hacia el suroeste.
Despeñaderos hechos de conglomerados de tierra con muchas venas salientes forman una pequeña cueva. Luego siguen despeñaderos altos hacia el oeste, donde solamente en medio hay arbustos verdes hasta debajo de todo al lado de una roca deslizada. Una roca grande y aislada está al pie de una punta blanca y erosionada, luego sigue una punta que tiene hacia el oeste unas capas ligeramente subidas y una roca saliente.
Desde aquí el Peluso sigue hacia el norte sin despeñaderos. Las orillas matosas parecen cubiertas de polvo de oro durante la primavera por la gran cantidad de tojos [ Cystius]. Al pie de un despeñadero baja, encima de una pequeña playa de arena, separada por una roca, hay una casita en ruinas para un barco, luego una casa más grande con dos filas de ventanas de arco redondo, cada una en el lado estrecho y tres ventanas en cada lado lateral del muro que llega hasta el mar. Unos escalones bajan desde aquí hacia una puerta pequeña de la iglesia, que tiene una puerta hacia la derecha y un campanario roto por arriba. Dentro hay una IKONOSTASIO simple y un techo visto y pintado. Detrás de la iglesia hay una terraza rota a punto de caerse por completo, un horno y otros edificios secundarios. Detrás de la casa pasando por unas cañas sube un vallecito con olivos.
Detrás de la iglesita de Peluso sube un camino arenoso entre matorrales hasta la altura de la isla. Encinas, FLILKIS [ PHYLLIREA MEDIA], madroños, algunos grandes y fuertes y SIVINEN [¿?], también con un tronco gordo, forman la vegetación; también se puede ver una planta rarísima con un tronco leñoso, la AGLEURA [¿?] que da al paisaje una imagen extraña. La madreselva rodea algún arbusto, el CISTUS brilla con una ternura extraordinaria y diversas plantas crecen allí: se ve que en esta tierra tan fértil la naturaleza está en casa. De vez en cuando crece un olivo entre los matorrales como salvaje. Dentro de un pequeño cuenco hay un banco de piedra con vista a Vrondonero para disfrutar la frescura.”
Enseguida llegamos a la isla de Peluso en la que podemos observar que la antigua playa ha sufrido una considerable erosión ya que vemos los cimientos de las antiguas casas que ahí se situaban. Tal como indicaba el Archiduque podemos ver la roca que parece un monje rezando. Todo esta zona es hoy en día un parque natural y no se puede desmbarcar en ella.
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