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“Sólo de vez en cuando se oía los chillidos de las aves marinas que pasaban o los rugidos lejanos de los camellos en la costa. Una playa arenosa se extendía delante de nosotros lejos, muy lejos hasta una distancia interminable. En la misma una hilera de casas blancas, a la derecha colinas bajas y pálidas, calientes por el ardor del verano, encima una pequeña iglesia aislada. A la izquierda, lejos, una sierra transparente como salida de un cuento, dibujando un arco amplio en el horizonte. Así se presentaron La Goleta y Túnez delante de nuestros ojos. La última ciudad aún no se veía claramente; en la lejanía brumosa aparecieron como desde el fondo de una laguna pantanosa las siluetas frágiles de un mar confuso de casas como las pinceladas descuidadas de un pintor cansado de una obra maravillosa. A pesar de la vaguedad y monotonía esta imagen representaba para mí algo fascinante en mi alma al verlo, al entretejer recuerdos históricos con estímulos nuevos de una manera maravillosa.”
Archiduque Luis Salvador de Austria, Tunis. Ein bild aus dem nordafrikanischen leben, Heinrich Mercy, Prag, 1870
En la entrada a la bahía de Túnez destaca en primer lugar el Cap Bon que destaca por los marcados estratos que lo forman. No lejos del Cap Bon se halla un gran islote en el que se observa una zona de nidificación de gaviotas.
Respecto a la sierra que se ve a lo lejos ya cerca de la Goulette y que dibuja un arco en el horizonte imaginamos que se puede tratar del Hammam-Lif; aunque también se podría tratar de la visión de las montañas del Atlas más a lo lejos.
Casi toda la bahía de Túnez es arenosa y tiene gran cantidad de playas. Al llegar a La Goulette en la zona en la que se accedía a la laguna encontramos zonas arenosas a ambos lados.
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