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“Tres generaciones han descansado ya a la sombra de estos viejos olmos que separan el jardín del puerto.
El conde Chorinsky compró la propiedad (de Scarpa) por ochenta mil florines y la vendió a la compañía de trenes del sur por cien mil.
Las rocas que se perciben en primer plano ahora se han incorporado al nuevo puerto y es a sus estacas que los marinos suelen amarrar sus barcos. Una pequeña puerta de hierro, llamada en los tiempos de Scarpa la puerta secreta, lleva desde el jardín al mar.
El camino, por el arbotante, conduce por una parte al viejo puerto tan pintoresco y por la otra sube considerablemente, siguiendo el lindero del jardín y en medio de una frondosa vegetación, hasta el camino de carrozas en donde se encuentra la plaza del “Stendardo”. En dicha plaza se encuentra un poste del que se cuelga la bandera en los días de fiesta.”
Archiduque Luis Salvador de Austria, Feuilles volantes d’Abazia, P. Ollendorf, Paris, 1887
Desde la parte izquierda de los jardines de Villa Angiolina empieza el dique del nuevo puerto, que empezara a construir Scarpa. Hoy en día se ve la gran explanada que no existía en su día, y algunos locales comerciales pegados al antiguo muro de Villa Angiolina que antes se hallaba al lado del mar. Justo al lado la verja de entrada a los jardines y la nueva calle que asciende hacia donde estuvo la plaza que menciona el Archiduque.
Justo en frente de Villa Angiolina existe una playa artificial, y elevada, que se conoce como el Lido. Se trata de un trozo de tierra que se ha ganado al mar y que no existía en la época del Archiduque.
Se pretendió construir allí un gran hotel pero la primera guerra mundial acabó con dicho proyecto. Hoy en día vemos allí un bar de playa a la moda en su lugar.
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