Cannosa / Trsteno

El amor

“Una tarde nos fuimos con Antonietta en el barco. El sol se puso como una bola gigante el oeste, el mar como un espejo y el agua goteaba de los remos como perlas. Antonia estuvo sentada en el barco que se movía con rapidez, con aquella gracia que solamente los niños de Venecia tienen. Las colinas en la distancia estaban tan verdes, se reflejaban en el mar tan calmado y liso. Todo era tan bonito, tan tranquillo que uno no se lo podía imaginar más bonito aún, que uno no podía creer que eso fuera la realidad que estaba viendo con sus ojos. Antonieta sonrió con una satisfacción interior, su cara se iluminaba y sus ojos grises parecían como una mezcla del azul del cielo y el azul turquesa del mar, una unión como un conjunto perfecto.

Ninguna vela a la vista. Hablamos sobre algunas cosas, pero nuestras conversaciones eran cortas, interrumpidas por largas pausas. Nuestros pensamientos se cruzaban de una manera que nos entendimos sin hablar.”

“<…>y que poder se asemeja a la de una mujer amada: ni fama, ni poder, ni dinero actúan con la misma fuerza sobre el hombre que le ama. Solo su amor le hace feliz. Antonieta levantó los ojos hacía el cielo y sonrió, y yo estaba contento <…>”

A.L.S.: Cannosa, Praga 1897

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