Mallorca

De Pollença a Mancor y Biniamar (13)

"Cerca del Hostalet se bifurca en dirección a la finca de Can Sion por suelo pedregoso cuya monotonía apenas rompen algún que otro olivo o algarrobo, y sigue a lo largo de un regato que salvamos para, dejando atrás un pozo, acceder al fin a Can Sion, a la entrada del vallecillo por el que ha discurrido aquel. Higueras y almendros se suceden ahora en los pedregosos bancales explanados en la colina conocida por el nombre de Ses Covases que domina la casa. Esta es más bien modesta y encima del reloj que preside el portalón en arco de medio punto se lee la fecha de 1787; guardan su entrada dos viejos limoneros. Hay en Can Simon una hermosa cueva estalagmítica, a la que se llega valle arriba, a lo largo de un huertecillo de frutales y algunos naranjos que riega una fuente próxima, y siguiendo luego el curso de un arroyuelo hasta atravesar un encinar con algunos ejemplares de notable porte.

El camino progresa difícilmente por el ahora escalonado cauce del arroyo. Desde la boca de la cueva, por altos escarpes que la rodean, se goza de una espléndida vista del valle y de la llanada hasta el Puig de Sant Salvador. La entrada de la cueva se configura como angosta ojiva, que recién transpuesta ofrece ya a nuestra vista grandes y hermosas formaciones de estalagmitas cual pétreas coliflores en sazón. Avanzamos por unas rocas lisas y resbaladizas, a continuación por una hoyada de agua, a la que sigue otra, más profunda, llamada Sala des Trull, donde la charca forma una especie de estanque natural. Al poco descendemos a una caverna en la que las estalagmitas llegan a unirse con el techo; blancas y tan mojadas, diríanse de plata fina. Hacia el final de la cueva se hace el suelo terroso y sembrado de pilares aislados que buscando el techo se configuran a modo de descomunales puntas de flecha.

Por delante de Es Fangar nace un camino que se dirige a Biniatró, propiedad de la familia Bennàssar y una de las antiguas alquerías, que deseamos visitar con detalle por ser la mejor cultivada y conservada de la isla, los cual no sorprende dado que ha sido objeto de especial cuidado y cariño de varias generaciones ya de la misma familia. Un hermoso bosquecillo de encinas se extiende a nuestra vista hasta la puerta de la casa y por detrás de ella ocultándonos la cadena de montañas que queda a sus espaldas. La casa, reconstruida en 1866, es muy grande, con un frente de diez ventanas, sala con tres arcos interiores y cuatro de medio punto a modo de entrada; posee asimismo un patio con dependencias a uno y otro lado y una escalera de mármol rojo de Son Corró de Campanet. Cuenta la casa con una buena Tafona con pilastra central y cuatro arcos escarzanos; a sus espaldas hay un Aljub que surte de agua a la Tafona y provee para el consumo doméstico con la cisterna del patio.

Un excelente camino con cuidado Peredill desciende desde la casa valle abajo hasta el Pla de Taló por donde cursa el torrente de igual nombre.

Siempre siguiendo el cauce del Torrent de Sant Miquel bordeado de olmos llegamos al poco a la iglesuela de este nombre. Este oratorio público, en otros tiempos parroquia del término de Campanet, fue fundado en los primeros años de la conquista, pues aparece ya nombrado con esa advocación en la bula de Inocencio IV del año 1248. Fue la segunda de las iglesias fundadas entonces fuera de la ciudad, y son muchos los que creen que con anterioridad había sido una mezquita.

El exterior de la iglesia es sumamente sencillo, con un atrio de techado moderno y, hacia la parte trasera, un campanario en ruinas y los restos de un arco ojival cegado. En el arco de medio punto coronado por la estatuilla de San Miguel puede leerse en rojo la siguiente inscripción. “A 21. Setembre de 1607 pujaren la Campana” y debajo: “Die 14. Febrero 1799 pujaren la Campana”. El interior, al que se desciende por cuatro escalones, es soportado por dos arcos ojivales, sostén a su vez de una sencilla techumbre. El altar renacentista muestra tres imágenes, de los santos Miguel, Sebastián y Antonio, respectivamente. Curiosa es la cancela existente en la parte derecha del segundo arco; cuadrangular, entre sus tres esquinas romas muestra representaciones de san pedro, de la Justicia y de San Juan; y al pie de una base en forma de pirámide invertida destaca la presencia de una bella testa demoníaca.

Por un puente salva la carretera por detrás de Sant Miquel el arroyo oculto por la maleza y bordeado de olmos y chopos.

Campanet se encuentra en una elevación poblada en parte de olivos, en parte de algarrobos, coronada por varios molinos de viento, a la que en dirección norte sirven como de telón de fondo los mayestáticos perfiles de la Serra. La localidad cuenta con 1.821 habitantes y 672 casas, 49 de las cuales están deshabitadas; casi todas son de una planta, de paredes sin revocar, en su mayoría con portalón de arco redondo y ventanas con cornisa, destacando aquí y allá algunas por su factura renacentista. En la plaza que ocupa en centro del pueblo hay algunas construcciones recientes con balcones y persianas, y en ese mismo lugar se encuentra la iglesia parroquial. La iglesia presenta un portal ojival y un hermoso rosetón gótico. Al lado derecho de la fachada se adosa una torre campanario cuadrangular de siete pisos, los dos últimos con sendas ventanas ojivales a los cuatro vientos, el quinto con un reloj y el séptimo coronado por una cimera piramidal que se eleva a 166,94 m. por encima del nivel del mar. Desde la torre se abarca una amplia  panorámica de los alrededores, del valle de Son Garau con las casas de Biniatró, y del Puig de Sant Miquel y del Ullastrar, límite del valle en dirección a Pollença. Divisamos también los dos caminos de Lluc por Castell y Monnàber respectivamente, el segundo el más próximo pero practicable sólo a pie. El interior de la iglesia sustenta su bóveda con siete arcos con nervaduras que se entrecruzan en claves de bóvedas simples, arrancando de los arcos donde apoyan su fuste en una sólida cornisa sustentada por siete columnas románicas lisas. La iglesia presenta un altar mayor que se angosta longitudinalmente y cinco capillas laterales enmarcadas por sendos arcos de medio punto. La más rica es la tercera de la izquierda, dedicada a S. Victoriano mártir, cuyas reliquias trajera el cardenal Despuig de Roma en 1807 y fueran veneradas en la capilla de Ullaró hasta el mes de abril de 1823.

Nace también en Campanet el mal camino de Caimari, con empinado descenso en cuanto abandona la localidad y suave curva a la izquierda. Quedan a la derecha dos caminos más y las casas de la Possessió de s’Alqueria Petita, y a la izquierda un galpón con numerosos abrevaderos. A los olivos, cuyos más viejos ejemplares se encuentran las plantaciones existentes al pie de la colina, suceden los almendros entre los que aquí y allá se intercalan algunas moreras aisladas. Más adelante son los algarrobos los que de consuno con el olivar forman la vegetación principal salpicada ora de exuberantes higueras ora de serbales. Girando a la derecha damos con la no mejor trocha que lleva a Moscari, minúscula localidad con 403 habitantes y 62 casas, sita en un altozano al que dan fondo los nítidos contornos del majestuoso Puig de Lluc.

Abandonamos Moscari por el Carrer de Campanet para dirigirnos a la vecina localidad de Caimari. El difícil camino progresa al principio ladera arriba de una lomera poblada de olivos, algarrobos y algunas encinas, para girar luego a la derecha ofreciéndonos una vasta imagen del ondulado llano que se extiende hasta el mismo Puig de Randa.

Caimari, llamada Caimaritx en tiempos de la conquista, es una pequeña localidad con 847 habitantes y 213 casas, más grande pues que Moscari. Entre sus callejuelas sinuosas de piso irregular en cuyo empedrado afloran las formaciones calcáreas grises y de conglomerado rojizo del sustrato median huertecillos de limoneros. Destaca en la fachada de muchas casas la presencia de emparrados cuyas añosas vides se sustentan en estacas empotradas en el muro. La iglesia muestra un triple campanario de 200,91 m. por encima del nivel del mar, un reloj de sol, un pequeño rosetón y un sencillo portal al que ascienden tres escalones. El interior es diminuto, con bóveda sostenida por tres arcos ojivales que arrancan de columnas lisas, con dos capillas a cada lado y la del altar mayor que se angosta en su parte trasera, y encima de la entrada principal un coro, cuyo acceso se encuentra a la izquierda de aquella al lado de la pila bautismal.

Para llegar desde Caimari a Selva, distante sólo 1,8 km., hemos de volver nuestros pasos sobre un tramo de camino procedente de Moscari y girar luego a la derecha. Con 1.141 habitantes y 510 casas, casi todas de una planta y sólo 17 de dos, Selva asienta parcial y graciosamente en un altozano dividido en bancales ya a su izquierda ya en las cotas altas que la dominan. En un alto que domina la localidad se encuentra la iglesia parroquial erigida según algunos autores en el año 1300, fecha de la fundación del pueblo por el Rei Jaume II y doce más, coo simple alquería de nombre Xilvar. Ninguna parroquia de Mallorca tiene tantas sufragáneas como la de Selva, a saber: Mancor, Caimari, Moscari y Biniamar. Frente a la iglesia se encuentra un pozo y a su lado un solitario ciprés. Una escalinata de 42 peldaños divididos en tres tramos ajardinados asciende hasta el templo, de fábrica bastante voluminosa que conserva la vieja fachada, con seis contrafuertes laterales unidos por arcos de medio punto. Cuenta asimismo con un campanario y torre cuadrangular a la derecha cuyos dos últimos pisos presentan dos ventanas ojivales a cada lado y una terraza superior que le confieren un aspecto particularmente airoso a sus 230,68 m. por encima del nivel del mar. Un portal ojival da acceso al espacio interior, cuya bóveda es sostenida por seis arcos, antaño de nervaduras simples convergentes en la clave y fuste sobre consolas y hogaño afirmados sobre respectivas columnas. Entre cada arco se abre una ventana ojival hoy, y acaso desde el principio, cegada. El coro está limitado por seis nervaduras sobresalientes que arrancan de una clave de bóveda común. El neogótico altar mayor de sillares de marés fue inaugurado el 17 de septiembre de 1883. Seis capillas a cada lado, la tercera de la derecha ocupada por uno de los accesos al templo, cierran en lo alto con nervaduras simples reunidas en clave.

Abandona Inca(¿¿Selva??) por el Carrer de Biniamar la carretera que se dirige a Mancor y que enseguida despide un ramal por la izquierda en dirección a Biniamar. Domina el entorno el imponente Puig Major de Lluc o Massanella precedido de colinas donde crece ora el olivo ora el pino.

Mancor, a 7,7 Km. De Selva, se arrebuja al pie de unas altas colinas parcialmente pobladas de algarrobos dispuestos en bancales. Cuenta con 1.382 habitantes y 236 casas, pequeñas, de puerta cuadrangular precedida aquí y allá de un emparrado. Abundan, sobre todo en los laterales del pueblo, los huertecillos de limoneros y exuberantes naranjos amargos, minúsculas plantaciones entre las que, si cabe, destaca una por su particular abundancia. Casi en el mismo centro de la localidad se encuentra una plazuela llamada Plaça del Baile.

La iglesia de San Juan, sita en la empedrada Plaça de la Concordia, presenta un rosetón central y una torre octogonal a la izquierda, con cimera con vanos abiertos a todos los vientos y cornisa basal y cuyo coronamiento se eleva a 245,59 m. por encima del nivel del mar. Un sencillo portal permite el acceso interior, una simple nave con bóveda de cañón sostenida por tres arcos, altar mayor en capilla delimitada por un arco de medio punto, tres capillas a la izquierda y dos a la derecha, y coro principal del que destaca conspicuo el órgano.

En un cerrillo cónico que domina Mancor se encuentra aún una iglesuela, la de Santa Lucía. El camino que lleva a ella, empedrado en parte, apisonado el resto, discurre en curvas ladera arriba entre altas paredes rocosas y bordeado de olivos, con las estaciones del Vía Crucis señaladas con sendas cruces de hierro. Ahí se venera una imagen de Santa lucía que, siempre con la tradición, fue hallada en el año 1233 en una cueva próxima a su emplazamiento actual. A la derecha se abre una puerta lateral en arco de medio punto a la que ascienden tres peldaños; el corredor techado al que da acceso lleva al patio de la hospedería.

En una loma próxima a la de Santa Lucía, algo más retrasado, se encuentra el pequeño caserío de Biniarroi. En la cumbre, a 464,82 m. por encima del nivel del mar, el oratorio de San Antonio Abad construido en 1821 después de la expulsión de los monjes de la Real y en el que hace ya tiempo que no se celebra misa alguna.

Biniamar a 5,5 km. De Selva, es una pintoresca localidad con 482 habitantes y 126 casas, al pie de unos yermos altozanos apenas cubiertos de maleza en sus estribaciones, y que en tiempos de los moros era una alquería conocida con el nombre de Abenaamar. Numerosos almendros, chumberas y naranjos amargos ciñen la localidad con un hermoso cinturón de verdor."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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