Desde Palma hasta Calvià (2)

"Conocemos ya el arranque de la carretera de Andratx de la descripción de los alrededores de Palma hasta el castillo de San Carlos, de modo que reemprendemos nuestra andadura a partir del lugar donde la vía desciende hacia Cala Major. A la izquierda, en una elevación huérfana de vegetación, damos con una casa aislada llamada des Vent, con fachadas a Portopí y Cala Major. La calzada tuerce seguidamente a la derecha y discurre entre terrenos pedregosos y accidentados, asiento sólo de matorrales.

A la izquierda se abre la ensenada de Cala Major, donde la carretera serpentea luego entre colinas ornadas de olivos y algarrobos. Traspuestas unas aljecerías, llegamos a un hostal llamado d’En Català, lugar de encuentro frecuente de las gentes de Palma en placentera excursión para gustar de la comida y bebida que han dado renombre a este establecimiento. Después de un entrante con rocas calcáreas muy estratificadas se divisa a la derecha el castillo de Bendinat, al que conducen dos caminos desde la carretera: el primero viniendo de Palma, nos conduce a la casa del arrendador; el segundo, de la parte de Andratx, a la casa principal.

Desde Bendinat es fácil el acceso a la Serra de Na Burguesa. Para ello, lo mejor es tomar el camino que arranca desde la carretera de Andratx, casi enfrente de la iglesia de Portals, y seguirlo hasta lo alto del Puig de ses Creus. Se atraviesa el pinar y se domina entonces la coma de s’Arc, llamada así por el pequeño arco natural que allí se forma. Desde la cumbre del Puig de ses Creus, al que puede accederse en carro y donde, junto a un montón de piedras que en su momento dieron anclaje a las banderas o miras para las tomas geodésicas, se alza un gran pino; desde este otero puede gozarse de una extensa vista sobre la bahía de Peguera, el valle de Calvià con la población de igual nombre y, frente a esta, Es Capdellà.

En lo alto del Puig Gros hay un mástil para una bandera o señal. La altura es de 485,06 m. y la vista que se ofrece de la bahía de Palma, la mola de s’Esclop y Galatzó, discurriendo antes por el vecino bosque de pinos, es ciertamente bella.

 

En la playa de la Porrassa se abre al socaire de un cabo una pequeña cueva que, protegida por un muro, es usada como abrigo de pescadores. Salvamos aquí una loma de arcilla y damos con una hondonada que en dirección al mar limitan unas colinas rojizas y numerosos pinos marítimos, cerca ya de los cuales se forma una marisma poblada de Statice, el Salobrar de la Porrassa, servido a un tiempo por agua dulce y del mar.

Prosigue luego el camino por el pequeño valle bordeado de pinos marítimos, en dirección a la carretera de Calvià. A cierta distancian ya del estanque, en un llano ocupado por sembradíos se encuentra la propiedad de la Porrassa, baja de construcción pero extensa, con un amplio calvero a sus puertas. Parte de ahí hacia el antiguo Portals un camino bastante malo, aunque practicable, en penosa progresión promontorio de Cala Figuera arriba, al que nos avecinamos por la ladera de uno de los numerosos vallecillos de la accidentada orografía. Hermosa es desde aquí la vasta perspectiva de la Serra de Na Burguesa, las montañas de Calvià, el Puig de Galatzó y la mola de s’Esclop hasta las alturas que dominan Andraxt.

Iniciamos el descenso, y a la derecha, en el promontorio de Cala Figuera, se abre entre los pinos una conspicua hondonada que alcanza hasta la cala de Portals, con su torre sitiada por descuidadas chumberas. La primera cueva que se nos presenta muestra en su entrada dos grandes pilastras que configuran dos portones que dan razón del nombre de  Cueva Portals con que se la conoce. En ella se encontraba en otro tiempo la imagen de la Mare de Déu de Portals entronizada en el lugar a raíz del voto hecho por el patrón de un mercante genovés que portaba la estatuilla de la Virgen a bordo y se vio sorprendido en aquellas aguas por una pavorosa borrasca.

En la cueva de Portals vemos aún hoy la minúscula capilla todavía por enlucir, y otras dos excavadas sin más en el marés, que por más que provengan de tiempos renacentistas al punto evocaron en mí el recuerdo de construcciones indias.

Un sendero abierto en un repecho conduce desde Portals hasta el faro. El promontorio del Cap de Cala Figuera forma a continuación del pequeño entrante de la Cala dels Bocs un saliente al que separa del próximo vallecillo llamado canal de Cala Figuera, por desembocar en la cala de ese nombre, done otrora se picaba piedra. La primera de las calas mencionadas destaca por sus numerosos pinos frente a la escualidez de la segunda en este sentido. Y si en el lugar más alto resalta la vieja torre de señales, el más saliente lo ocupa el faro.

Si desde el faro tomamos el camino de la izquierda por una llanada pedregosa de suave pendiente, rica en maleza y magra en pinos, llegamos a la torre del Rafal, Rafalbex o Refeubeitx, desde donde se domina una vasta perspectiva del mar y de la extensa ensenada de Santa Ponsa. La vista que desde la torre se alcanza en línea recta más allá del cabo hasta la Cala de la Porrassa, Palma y la Serra en tonalidades varias es impresionante.

Otro collado, de lindes pedregosas, desemboca al fin en la llanura de Santa Ponça. Hito notable en este paraje es el imponente montón de piedras recogidas para despejar el campo y con las que, algo más allá, han sido construidas dos cabañas.

Camino abajo accedemos ahora a una hondonada que da fondo a la Cala de Santa Ponça y que se prolonga primero como orilla arenosa y luego como marisma casi seca, apenas denotada por unos pocos tamariscos. La laguna propiamente dicha, de suelo cubierto de Statice, orillada aquí y allá de grandes tamarindos y juncias, se extiende oblicuamente desde la casa de Santa Ponça, a la que conduce un camino.

Pasemos ahora a considerar el Valle de Calvià al que nos lleva una buena carretera que arranca desde la carretera de Andratx. Al principio el valle es ancho, llano y rodeado de colinas boscosas; los campos, con sus redondos Clapers conformados con las piedras extraídas, aparecen poblados en general de olivos, además de almendros, higueras y algunos algarrobos que confieren cierta diversidad al paisaje. Desde una pequeño promontorio se goza de una hermosa vista sobre el grupo montañoso del Puig de Galatzó y la Mola de s’Esclop como telón de fondo.

Calvià es una pequeña población, acogedora y amable, con 1.146 habitantes y 228 casas, de las cuales 11 están deshabitadas. El clima es benigno y la lluvia escasa de donde que el paraje se nos antoje más bien seco. Las casas son pequeñas, de una sola planta las más, aunque hay ocho que cuentan con dos. Muchas presentan un voladizo sobre pilares para el cobijo de las bestias de carga. La población se yergue sobre una pequeña elevación al final del valle ascendente, rodeada de plantaciones de olivos y huertos donde crecen granados, almendros y naranjos amén de las ubicuas chumberas, prietas sobre todo en torno a las casas, algunas de las cuales gozan además de la sombra que generosamente ofrecen 14 palmeras. En un pequeño alto se encuentra la iglesia, una de las primeras construidas después de la conquista, como consta ya en una bula de Inocencio IV dada en Lyon en 1248, en la que son enumeradas todas las iglesias de Mallorca, y este en particular con la denominación de Sant Joan de Calvià.

Su espadaña se eleva 156,52 m. sobre el mar. La iglesia es sencilla, con un frontón liso y torrecillas puntiagudas, mide 28 m. de largo por 8 de alto y 8 de ancho, y su interior ojival presenta cinco capillas en cada lado. El lugar ofrece una hermosa vista del valle a sus pies. Hay aún en Calvià otra iglesuela, bajo la advocación de la Mare de Déu dels Dolors, con rango de oratorio público, en la parte oriental de la población. Parece datar del siglo XV y según la tradición para centrar allí la veneración pública de la Mare de Déu de Portals que, pese a todo intento, se disipaba para reaparecer de nuevo en su antigua cueva.

Calvià se comunica con Es Capdellà, al otro lado del valle, por medio de un buen camino. Al efecto hay que retroceder un tanto por el ramal que lleva a la carretera de Palma y torcer luego a la derecha a la altura de unas modestas alquerías ornadas de nopales y de algunas jóvenes palmeras.

Un buen camino recorre el valle hasta la Possessió de Son Alfonso con su torre antaño mpropiedad de la familia Formiguera y hoy de un agricultor. Pasando por Ses Algofres surge a la izquierda la gran casa de Son Claret, y en el camino que la comunica con la carretera de Es Capdellà a Calvià, en terrenos pertenecientes aún a esa propiedad damos, a la derecha de la vía, con un gran olivo de 9 m. de circunferencia, aunque pobre en ramas. Casi enfrente, del otro lado, un segundo ejemplar, entre otros data asimismo muy remota presencia casi tan impresionante, compite con el primero en dimensiones de tronco.

Es Capdellà al fin nos acoge. Es una localidad de sólo 778 habitantes, perteneciente al término de Clavià, de la que dista sólo 2,8 km. Surge al pie de una pequeña colina coronada por varios molinos de viento, y no cuenta sino con 211  casas dispersas, rodeadas de chumberas y las más con un emparrado a la puerta. Algunas muestran además exuberantes limoneros.

La iglesia presenta cuatro capillas laterales, en una de las cuales reposan los restos del mártir Urbano de las catacumbas de Roma. Debajo del coro se abren dos capillas más, una para darle acceso y la otra, con la pila bautismal para la celebración del sacramento."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

 

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