Arbustos

En las zonas yermas o asilvestradas de la isla crecen numerosas especies, aunque sin pasar de modesto arbusto; se trata en su mayoría de plantas espontáneas, sin mayor importancia. Especial mención merece, no obstante, la savina ( Juniperus phonicea) por la considerable altura que puede alcanzar. Se da especialmente en el suelo arenoso de las proximidades del mar, donde desarrolla ocasionalmente troncos de notable grosor. La adelfa colma con riquísima medida los lechos de las torrenteras y arroyos, que con la floración de aquella se engalanan de extraordinario cromatismo. El oscuro verde de las matas se adorna de innumerables flores rosadas, un conjunto que ofrece las más variadas tonalidades. Otras especies son: el olivo silvestre o acebuche, llamado ullastre por los ibicencos, cuyas ramas distalmente desnudas se configuran a modo de astas cargadas de púas; el lentisco o mata ( Pistacia lentiscus), que adopta formas redondeadas muy tupidas, y por último, el brezo (Erica mediterránea). Aquí y allá, en las cotas más altas, campean el Quercus coccifera y el Juniperus oxycedrus. En las hondonadas, cuyo cultivo ha sido abandonado, medran el Cistus monspeliensis, el Cistus crispus y el Rosmarinus officinalis en increíble cantidad y profusión, perfumando el entorno. Con otros matojos de espinas, esas últimas especies constituyen el manto vegetal al pie de toda arboleda. Sustituyen en cierto modo a los prados que el ardiente sol y la predominante aridez han negado a la isla.

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Primera parte: Las Antiguas Pitiusas. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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