“El archiduque errante Luis Salvador, tal como he indicado, no reunía las condiciones de “científico profesional”. Muy probablemente estaba al corriente, eso sí, de los grandes descubrimientos científicos de la época. A causa de su insaciables curiosidad de epígono de la antigua nobleza europea, aunque teniendo también en cuenta su personalidad humana y su preparación intelectual sumamente versátil, el archiduque no era un auténtico especialista en tal o cual materia, del modo como lo concebimos en la actualidad; su saber era de tipo enciclopédico, humanista, investigador y polifacético, y donde no alcanzaba a llegar personalmente con su actividad de observador incesante, se valía del patrocinio o del mecenazgo, disponiendo su fortuna personal para hacer prosperar un determinado proyecto que había atraído su interés.
Palomero, J., Prólogo, Urios, G., Nachtwey, J., Traducción, Columbretes, 1895, Ed. Exmo. Ayto. Castellón, 1990
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