Alrededores de Palma (1)

29/01/2014 9:35:04

"Comencemos nuestra visita por el Arraval de Santa Catalina, que es un suburbio que cuenta con 6.000 habitantes. Antes de entrar en él encontramos la Rivera, junto a la Murada y al Moll, torrente que nace en el Puig de Galatzó, atraviesa el Valle de Puigpunyent, y después de recorrer unos 21 kilómetros, acaba por desembocar en el mar.

En este punto desemboca también la calle que baja desde la Porta de Santa Catalina, y desde la cual se disfruta una hermosa vista sobre el Arraval con la sierra de Na Burguesa como fondo, los acantilados coronados por los molinos de viento del Molinar de Ponent y Bellver en la lejanía. Estos dos caminos se unen en una calle ancha y larga, la principal del Arraval de Santa Catalina, que forma el comienzo de la carretera de Andratx. Esta calle ha sido rebajada, de modo que existen varias casas que tienen tres o cuatro escalones ante su puerta.

En esta calle y hacia su mitad está, a mano dercha, la iglesia de Sant Magí que, según un antiguo documento, estuvo dedicada a Nuestra Señora de los Huérfanos, porque pertenecía a un asilo para niños pobres edificado junto a ella. Por su estilo ojival puede conjeturarse que fue construida en el siglo XV. La capilla de Sant Magí que existe en ella y la desaparición del asilo ocasionaron el cambio de nombre. La fachada lateral que corresponde al lado de la calle está enjabelgada y si no fuese por el arco donde está la campana nadie creería que corresponde a una iglesia. Tiene un portal sencillo y su interior es de techumbre plana sostenida por arcos rebajados. A la izquierda existe una capilla, que parce una segunda iglesia, con dos arcos de medio punto, pilares embutidos y una cornisa que corre a todo el alrededor. En el altar mayor hay una imagen de San Magín tallada en madera, y en el fondo la representación de los principales acontecimientos de la vida del santo ermitaño.

En la parte del mar está el Molinar de Ponent. Desde los acantilados que coronan los molinos, y a los que pude subirse por una cuesta empedrada, se disfruta de una hermosa vista sobre el puerto y la fangosa desembocadura de la Rivera. Cerca del puente de la Rivera se ve el Lavadero, el contramuelle con sus dos almacenes y sus astilleros, las casas del muelle y la lejana costa de Cap Blanc; a la izquierda la mole de la Catedral, la Llonja, y el Puig de Sant Pere dominado por el campanario de Santa Creu. Después de los molinos se encuentra una plaza donde los pescadores arreglan sus redes y en la que hay edificios de planta baja con numerosas puertas que, en verano, tienen cortinas de red para protegerse de las moscas, que son muy abundantes. Debajo de los acantilados que cubren parcialmente las palas de las chumberas, la orilla formada por detritus, tiene forma de hoz y en ella secan las redes, en verano, los pescadores que han fondeado enfrente sus Llaüts; en invierno no es posible, pues esta orilla está expuesta al viento Sur. Como fondo de este paisaje están las suaves colinas de Son Armadans, Son Dureta y la Teulera.

En las faldas de aquel montecillo, siempre verde, por los pinares que le cubren, están las casas apiñadas del Terreno, separadas entre si por elevadas paredes. Visto desde el mar, el caserío del Terreno con sus casitas pintadas de blanco, amarillo y azul, parece una pequeña ciudad.

Se explica la preferencia que sienten los palmesanos por este caserío por la fresca corriente de aire que pasa por él cuando, particularmente en verano, sopla la brisa refrigeradora, y por la deliciosa vista que se disfruta desde sus casas sobre la bahía y el puerto. El terreno tienen también, pero, sus inconvenientes: mucho polvo en verano, falta de agua y unos alrededores de rocas peladas. Recientemente se ha construido un casino, con hermosas salas, y al que sólo puede entrarse presentado por algún socio. Se espera, de esta manera, introducir una vida de sociedad entre los veraneantes.

La casa mejor situada de El Terreno sigue siendo la mejor de todas, y es la vieja casa de la posesión de este nombre, propiedad de los Rubert. Está situada a un extremo del caserío, y ocupa con sus jardines una punta que avanza sobre el mar. Se ha puesto gran cuidado en el cierre de este ángulo tan hermoso, que se creería estar en una residencia turca. Delante de la casa hay una bóveda que le sirve de entrada; al pasarla se encuentra uno en un patio interior al que se abren dos puertas que conducen al invisible interior. La casa es cuadrada con una torrecilla en su medio y un exterior muy simple.

Portopí en una ensenada de fondo bastante profundo, desnudo, en parte de piedra de color rojizo, cerrado por dos torres, de las cuales la de la derecha, esto es la situada al Norte, se llama Torre de Peraires, y la de la izquierda, o sea la situada al Sur, Torre de Senyals; entre ambas, en la Edad Media, se ponía una cadena que impedía la salida y entrada de las naves durante la noche. La Torre de Peraires es una torre alta, de base cuadrada, con matacanes, que a primera vista ya se ve que se trata de una construcción muy antigua aunque se desconozca exactamente la fecha en la que fue edificada. El nombre de Torre d’En Carrós con que es conocida desde tiempos remotos se debe, según algunos historiadores, a que fue propiedad del Comte Carrós, que fue uno de los capitanes del Conquistador, y al parecer, la misma persona que Balasc d’Alagó, Comte Carrós, que gobernó Mallorca desde 1244 a 1254.

No se conoce con exactitud cuando fue edificada la torre de Portopí o de Senyals, como se llama ordinariamente. Es un edificio cuadrado coronado por una galería de troneras, que acaso ya existiese en tiempo de los moros, y si fue construida después de la conquista, sirvió muy pronto como faro. Tiene 8 pies de alto y va cubierta por una cúpula de madera forrada de plomo. El aparato, de quinto orden, consiste en tres lámparas de reverbo de un sistema antiguo, con los focos respectivos en tres espejos. Mediante un mecanismo de tres ruedas y un péndulo se la pone en rotación. Las lámparas están situadas de tal manera que su proyección horizontal forma un triángulo equilátero. La luz es blanca con destellos de 3 en 3 minutos, y es visible desde 8 millas.

Un poco detrás de la Torre de Peraires existe un gran edificio con la antigua iglesia de Sant Nicolau. Son los restos de un pequeño fuerte que dejó de estar en servicio al construirse el de San Carlos. El edificio sufrió diversas reformas, y una parte fue destinada a iglesia, dedicada a Sant Nicolau, para el servicio religioso de los marineros y pescadores que fondean sus embarcaciones en Portopí.

Sobre la punta que sigue a Portopí está edificado el Castillo de San carlos. Con el fin de proteger el puerto de Palma se proyectó, en 1600, emplazar un fuerte entre Portopí y Cala Major, pero sólo en 1608 ordenó Felipe III que se construyese el castillo, disponiendo que la mitad, o dos terceras partes de su costo, fuesen pagadas por el Col.legi de Mercaders de Palma, y que para sufragar el resto se arbitrasen medios. Se comenzó la construcción en 1610 y se acabó en 1612, gastándose 12.000 libras mallorquinas (unos 40.000 francos).

El Castell de Bellver, que se divisa desde Palma, está situado a 2 millas al Este de la ciudad, en la cima de una colina de 140 metros de altura sobre el nivel del mar y a unos 2 kilómetros de la orilla del mar. Se conserva casi en su estado primitivo y es una de las construcciones militares del siglo XIII mejor conservadas que existen. Fue edificado este castillo, que documentos antiguos denominan Pulchro Viso traduciendo la palabra mallorquina Bellver, por orden de Jaume II, por el arquitecto mallorquín Pere Salvà, picapedrero de palacio, en 1309. Sin embargo existen algunos datos que permiten suponer que aún en 1332 continuaban las obras, en el reinado de Jaume III.

Bellver es una edificación circular, bastante grande, toda construida con un excelente marès sacado de las canteras próximas. El edificio, que está rodeado por un foso, tiene una plataforma superior, otra intermedia y un patio también circular. Hacia el Norte se levanta majestuosamente, 45 pies sobre la plataforma, una alta torre de planta también circular, a la que se puede pasar por un puente sostenido por un alto arco ojival. Hacia los otros tres puntos cardinales existen otras tres torres de forma angulada, formando en su interior grandes garitas y pequeñas ladroneras al exterior. Estos tres torreones son iguales en diámetro y en altura hasta el nivel de la plataforma donde comienzan a afilarse formando un cono truncado, cuyo vértice descansa sobre cuatro columnas embebidas que salen del muro y que se pierden en la ancha escarpa. Esta última es tan alta como el foso, encubierta por éste, rodea todo el castillo y sus torres, formando un ángulo de 45° con el muro. El foso es muy ancho y muy profundo, tiene también la forma circular del castillo, sólo que se ensancha para rodear la torre y los torreones. El patio tiene dos pisos, ambos con arquerías de 21 pilares cuadrados cortos, que forman un pórtico. En el piso bajo los arcos son redondos y anchos, y en el de arriba los arcos son apuntados, con una columna central que los divide en dos arcos apuntados, que se combinan entre sí. En el centro del patio está el brocal de una gran cisterna. En este pórtico, donde está la escalera que sube a los pisos altos, se encuentran las puertas de las cámaras interiores del castillo.

En el edificio, circular, como hemos dicho, hay otras habitaciones góticas con arcos, cruzándose sencillamente las nervaturas; desde cualquiera de ellas se disfruta una maravillosa vista sobre la bahía o sobre la sierra. En una de estas salas se montó un trono cuando la reina Isabel II visitó el Castillo de Bellver. La cocina es enormemente grande y es muy digna de ser contemplada su primitiva campana. La Capilla de San Marc de Bellver, pertenece administrativamente a la parroquia de Santa Creu y es de la misma época que el castillo, o sea de la transición del siglo XIII al XIV. Toma el espacio de cinco arcos y en nada se diferencia de los demás aposentos, como no sea por la antigua y hermosa reja de madera y los azulejos del presbiterio que está levantado una grada sobre el resto del piso.

Una escalera conduce a la plataforma del castillo. Con razón se le denomina Bellver, pues todo cuanto se puede mirar desde arriba es hermosísimo. Hacia el Sur se contempla el mar abierto, azul e ilimitado, surcado por blancas velas; a la derecha las colinas y montes de Na Burguesa y el palacio de Bendinat; al Este la llanura inmensa de la cual emerge el Puig de Randa, de forma tabular; al noroeste de la Serra, riscosa y seria. Pasando el estrecho puente se entra en la Torre de l’Homenatge por una pequeña puerta, y se sube a su plataforma por una escalera de caracol. El interior de la torre está dividido en cuatro aposentos, todos con bóveda apuntada, cónica. Dos de ellos están por debajo del puente, y otras dos más altas que él.

El Molinar de Llevant viene a estar, en cierta manera, en correspondencia con el Molinar de Ponent y Santa Catalina, y como este tiene un pequeño barrio agrupado en la ribera de un puerto poco profundo con sus casitas de planta baja edificadas sobre las puntas que lo encierran. Muchas de estas casitas son habitadas por veraneantes, de modo que el Molinar es el Terreno de las clases sociales más humildes. También hay muchas hosterías y tabernas, que son muy frecuentadas, y una pequeña iglesia construida por suscripción entre los veraneantes de Palma."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: Ciudad de Palma. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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