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Conventos de Palma (y II). Santa Teresa, Santa Magdalena, Ses Caputxines y La Concepció

29/01/2014 9:27:27

"El Convent de Santa Teresa es de los más modernos de Palma. La venerable Sor Elionor Ortiz vivía con su hermano Galcerán Ortiz en una casa de la Rambla, propiedad de su familia. Era terciaria carmelitana, y en 1613 resolvió dejar su casa para fundar ella un convento de Carmelitas descalzas.

En 1614 el Obispo consagró la iglesia, que era pequeña y estaba dedicada a Santa Teresa de Jesús, creyéndose que esta fue la primera iglesia de la cristianidad dedicada a esta santa.

En el convento de Santa Teresa se sube por una escalerita corta y suave, con balaustres, al claustro que está algo elevado. Este forma un rectángulo con cinco arcos en el lado corto y seis en el largo. Los arcos son rebajados. Están marcadas con pintura roja las estaciones del Vía Crucis. En el centro existe un jardincillo con una pérgola sostenida por columnas octagonales. El jardín tiene rosales y grandes naranjos. En las esquinas hay retablillos barrocos. Una escalera muy cómoda conduce al huerto, donde al lado de algunas higueras enormes hay la ermita con bóveda de crucero y unos angelitos a los lados.

Por una escalera suave con barandilla de madera se sube al tránsito, que está a la derecha del coro, que es sencillo. Está iluminado con ventanas rosetones y en su parte anterior revestido de azulejos. Cuelgan sobre las paredes del coro algunos cuadros de escaso valor. Al final del corredor está la sala capitular con doble bóveda de crucero que, a la vez, sirve de segundo coro y donde hay un cuadro de Santa Teresa. Alrededor de esta sala hay bancos de Marès con azulejos.

El convento de Santa Magdalena es del siglo XVI. Algunos eruditos pretenden que fue antes hospicio, fundado por los valientes capitanes de la conquista de Mallorca. A la derecha de la entrada está el Parlador (locutorio) donde acuden las monjas para conversar con sus visitas. Desde la entrada se entra también al claustro, de hermosas columnas, alternadamente de fuste redondo y liso, las unas y las otras salomónicas, de las cuales hay nueve que corresponden a cada uno de los lados más largos del rectángulo que forma el patio. Estas columnas sostienen arcos semirrebajados. En la parte alta del claustro hay un alero sostenido por columnas octagonales. En una esquina, cerca de la puerta, se lee la fecha 1542. En el patio central existe un jardín cuidadosamente cultivado con dos palmeras y un viejo naranjo plantado, según la tradición, por la Beata. Tiene cerca, cubierto de plantas enredaderas, la Font de la Beata y el Pou de sa Clastra. En el centro hay un aljibe llamado Sa Font Gran. En el ala derecha del edificio está la sala capitular con artesonado de casetones, piso de azulejos y arco rebajado en su centro. En esta sala hay un cuadro muy hermoso que representa en el centro a Santa Magdalena con larga cabellera rubia, y a los lados seis cuadritos con episodios de la vida de la santa, todo pintado sobre fondo de oro.

Frente a la puerta del refectorio hay una escalera muy empinada con los escalones muy carcomidos y que ya existía en este estado en la época de la Beata Catalina Thomàs. A la derecha existe una asa muy carcomida de la misma época. Por esta escalera se sube al pórtico superior con barandilla y columnas octagonales sosteniendo el alero. El diablo tiró a la Beata escalera abajo desde este punto. El escalón donde sucedió esto se encuentra algo más alto que el piso de la terrada que es de Trispol de color rojizo. La puerta de la escalera está precisamente delante de la celda que ocupó la Beata. En ella se guardan los votos de la Beata de 1555, el sombrero y el vestido que trajo al entrar en el convento, todo de telas ordinarias, además de otros recuerdos. Existen, también en esta celda, un Santo Cristo, dos cuadros pintados sobre tela con colores de acuarela representando a Santa Catalina y Santa Magdalena, la Caixa donde la Beata guardó sus cosas y la piedra del coro pequeño sobre la cual se arrodillaba y que está muy gastada por el roce de sus rodillas; finalmente hay ocho cuadros representando sus milagros.

Después de pasar dos pequeños Corets se llega al coro, que tiene mucha luz, con el piso de azulejos verdes y piedras en su parte baja y revestido de azulejos en la parte que mira a la iglesia. La bóveda es gótica cruzándose simplemente las nervaturas retorcidas en espiral. A sus dos lados, dos arcos redondos altos. En el trascoro hay algunas sillas de coro antiguas. En la primera de la derecha se sentaba la Beata. Arriba, en el porche, está la habitación del sacerdote cuando viene a confesar a las monjas. Se disfruta desde esta sala de una hermosa vista del claustro y de la Rambla. Por una escalerilla de caracol se sube al porche de la iglesia desde donde se domina la ciudad agrupada en torno del convento; panorama muy hermoso. En los torreones laterales, de los cuales el de la izquierda sirve de campanario, hay bancos junto a dos pequeños Miradors cerrados por celosías de madera. Vecino al coro está la Costura de les Novícies, cámara alargada y sencilla desde la cual se pasa al estrecho patio de la calle de Sant Jaume y bajando algunos escalones al Noviciat.

El convento de les Caputxines es del siglo XVII. En la entrada hay la puerta del pequeño claustro rectangular con tres arcos en el lado corto y cinco en el largo. En este patio hay cuatro entradas a los lados, cuatro naranjos y una fuente en el centro. Frente al portal de la entrada está la sala capitular, muy sencilla y pobre.

Hacia el fondo del jardín está la noria, bastante elevada, y el Terradet de sa Font, con una fuente en su centro y desde el cual se divisa el pequeño claustro de Sa Bugada. Encima de todos los muretes, y puede decirse que por todas partes, hay innumerables macetas floridas. Por este Terradet se puede ir al Dormitori, que tiene 27 celdas, todas iguales, separadas entre sí por medianerías que no llegan al techo; un grueso lienzo cierra la entrada. Subiendo unos pocos escalones se llega a la Llibreria, en el Antecor, donde están los retratos de siete monjas y dos canónigos; hay también en esta sala un hermoso San Antonio con algunos ángeles que le sostienen. Después viene el coro, muy pobre, con una simple bóveda de cañón.

El Convento de la Concepció tuvo su origen en el convento de Nostra Senyora de Pollença. El obispo de Mallorca, Don Diego de Arnedo, teniendo en cuenta el aislamiento de este convento y los frecuentes desembarcos de los piratas berberiscos en aquellas costas, ordenó el traslado de la comunidad de Pollença a Palma, el año 1564, instalándola provisionalmente en el Hospital de Sant Antoni, hasta que en 1577 pasaron al actual convento de la Concepció, en la calle de este mismo nombre, que antes se llamó del Sitjar.

Al entrar en el convento de la Concepció se encuentra un claustro con nueve arcos sostenidos por columnas alternativamente redondas y salomónicas con capiteles redondos y esquinados. El patio es muy hermoso con sus limoneros y otras plantas y un aljibe abovedado. Los cuadros del jardín están rodeados de ladrillos huecos. A la derecha de la entrada hay un pequeño arco rebajado con ángeles que sostienen los escudos de la casa Safortesa. Un poco más allá se encuentra la vieja entrada de la casa Safortesa que quedó incluida en el convento. Las vigas de la techumbre tienen una bella ornamentación tallada, estando pintado uno de los lados de la viga con almocárabes y escudos. En el extremo del corredor está la sala capitular y a la derecha existe una imagen en madera de Santa Margalida con la rueda procedente del antiguo convento de este nombre. La sala capitular es muy sencilla y está adornada con diversos cuadros y un Santo Cristo. A la derecha está la urna Sor Catalina Thomàs, fallecida en 1735, y encima los anaqueles del archivo. A la derecha de la sala dicha hay una antigua sacristía muy simple de arquitectura. Continuando por el corredor se llega al refectorio; sobre el dintel de su puerta hay un cuadrito que representa a un ángel protegiendo con sus alas el convento del Puig de Pollença, recién construido. El refectorio es muy grande y fue, antes de darle este destino, la bodega de la casa Safortesa (Es Celler de Ca’n Fortesa).

Forma parte del Hort un trozo de murallón de tapia de la ciudad sobre el cual crecen exuberantes opuncias y una infinidad de hierbajos. En el Hort se cultivan exclusivamente legumbres, aunque medran entre ellas un par de viejos olivos. En la Murada Vella se ven todavía las ruinas de un antiguo edificio con sus paredes blanqueadas con cal, los agujeros donde apoyaron sus vigas y los sillares de la lomera. Visto el convento desde este lugar, con sus balcones y ventanitas, tiene un aspecto muy pintoresco.

Volvamos al claustro. En el lugar por donde se puede pasar al Hort están las Pasteres donde las monjas, no hace todavía veinte años, elaboraban sus riquísimos Quartos y otras golosinas, lo mismo que hacían las monjas de otros conventos. A este lugar se le llama la Botiga. A la derecha del portal, junto a un Santo Cristo, está la escalera de dos tramos por donde se sube al corredor de las celdas que dan a una terraza sobre el pórtico del claustro.

Tres tramos de escalera conducen al piso superior, desde cuyo balcón orientado a la Murada se contempla el Castillo de Bellver y la sierra de Na Burguesa. Todavía más alta está la azotea con el encantador panorama de la ciudad y el puerto."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: Ciudad de Palma. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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