Pitiusas

Nuestro paseo puede proseguir desde ahí hasta la Iglesia de Sant Domingo, tras de la cual nos cierra el paso un pequeño muro. Y este es el punto que nos ofrece una de las mejores vistas sobre la mar y de gran parte de los edificios que sobresalen de las rocas muy erosionadas y marcadamente estratificadas de la punta donde asienta la Torre del Mar. Al pie de esta, una ingente cantidad de peñascos de color oscuro y afilados cantos transforman en blancas coronas de espuma las insistentes e infatigables olas que los baten.

La parte fortificada que acabo de describir linda en su extremo occidental con el Baluard de Santa Tecla, que se eleva formando un agudo ángulo sobre su base poblada de densas chumberas. Se trata de la parte más alta de la ciudad y forma en cierto modo una especie de acrópolis ibicenca, coronada por el Coro de la Catedral, cuyo exterior se asemeja a una fortaleza, y hacia dentro por el Castillo. Así, mientras de las murallas parece nacer los edificios más característicos de la ciudad, en la parte de dentro de aquellas el espacio aparece totalmente cubierto por un verdadero bosque de chumberas.

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Primera parte: Las Antiguas Pitiusas. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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