Puig Major de Sóller y Calobra (9)

"Desde el encantador lugarejo de Biniaraix asciende por la vertiente izquierda del valle de Fornalutx un rocoso camino escalonado con hermosas vistas del Barranc y del valle dicho con la pintoresca casa fortificada de Binibassí. Cruzamos unas plantaciones de olivos dispuesta sen bancales a diferente altura y dejamos a la derecha el camino que asciende al Barranc y así a Lluc y tomamos un ramal oblicuo en dirección al Puig Major. Por escalones en parte naturales, en parte artificiales, discurre el sendero empinadamente por los conglomerados rocosos hasta encontrarse con el camino procedente de Fornalutx. Pasamos junto al regato que forma la Font de la Marturella en el camino y henos ante el impresionante coloso del Puig Major.

Quedan atrás algunas casas pequeñas y llegamos a la llanada de la Cabana, enmarcada entre escarpados con rala vegetación arbustiva y el suave verde de las enredaderas, y del otro lado las accidentadas cumbres de las costas de Fornalutx. Salvados unos gigantescos bloques de piedra damos con una barrera que define los límites de la Cabana en un denso encinar. La vista que desde aquí se ofrece del Puig Major es impresionante. La senda prosigue sinuosa y empedrada ladera arriba. Dos nuevas cabañas de recogida de nieve y techo de carrizo aparecen aún a nuestra vista a lo largo de la ascensión. ¡Que hermosa vista que se ofrece de los farallones rocosos que enmarcan la parte superior del valle, del fondo de este con los altos más distales ya muy difuminados y de la mar distante! Pasamos por la barrera Des Coll des Puig y hete aquí la vasta y encantadora panorámica de las altas barrancadas de Son Torrella y Almallutx, y los cortados del Puig con el Cap Formentor como telón de fondo. La senda se hace cada vez peor, pero progresa sinuosamente hasta la misma cumbre, de modo que esta puede coronarse, a 1.445,22 m. sobre el nivel del mar, sin descender de la cabalgadura. Huelga decir que la vista es extraordinaria: el mar en derredor, salvo por la parte de Lluc, donde la segunda cumbre de la isla, el Puig Major de Lluc o de Massanella, lo oculta. No hay palabras para describirla. Indudablemente es uno de los panoramas de montaña más hermosos de todo el Mediterráneo, y ciertamente valdría la pena construir un albergue que al tiempo que serviría de acomodo a los que han efectuado el ascenso lo haría más atractivo a los ojos de muchos visitantes potenciales.

Si desde la pequeña hoyada que queda por encima de Monnàber se toma la senda que habíamos dejado a nuestra izquierda en busca de los altos algo más al norte, al poco se llega a un cantil desde el que se goza de una espléndida panorámica que alcanza hasta la casa del Teix; sigue luego un barranco rocoso, Es Caragoler, por encima de Montcaire,  propiedad con un inmenso almez a la entrada y renombrada por sus nueces. La senda progresa por la ladera izquierda de Es Caragoler y discurre junto a una pequeña fuente tributaria de un abrevadero. Queda a la derecha el tricéfalo coloso del Puig Major, y a la izquierda el valle que se extiende hacia los Binis. La senda desciende ahora cansinamente abriéndonos in sólitas las vistas de los Binis, más allá de una multitud de peñascos caídos, incontables masas de carrizo, legión de vangélicas y la vanguardia de los pinos que más adelante representarán la vegetación dominante. A uno y otro lado del valle se encuentra Bini de la Marquesa y Bini d’En Palou. Abandonamos el valle principal y accedemos a uno lateral, es pla d’En Gumbal, en cuyo extremos descubrimos dos charcas. Hay en este vallecillo unas masas grandes rocosas a la derecha, formaciones que se configuran como una pirámide natural. Rodeamos una nueva hoyada a los pies del segundo y último promontorio del Puig Major y dejamos atrás dos barracas frente a las cuales se abre una profunda sima. El barranco que sigue goza de una vista espléndida del abrupto entorno y la mar distante. Unos pasos más allá entramos en el valle de Sa Calobra que podemos seguir hasta el mar solazándonos de paso con la contemplación del alto y remoto Puig Tomir, de la torre de Tuent luego, y en primer plano, de las pintorescas masa rocosas de color gris erosionadas por los regueros de la lluvia.

La senda sigue la irregular lomera que, coronada de grandes bloques de piedra, se extiende hasta los altos de la Mola de Tuent para descender gradualmente por este entre laderas totalmente cubiertas de carrizo.

 

Desde Can Palou se dirige el camino empedrado a Sa Calobra, señalada por la presencia del oratorio de Sant Llorenç en mitad del collado de acceso.

El suelo de Sa Calobra es nugruzco con tonalidades rojizas y acoge ocho casas, con Can termes y Can Pau, que comparten una Tafona con una biga y prensa, algo más arriba. La Font de Sa Calobra, por encima de las casas, es bastante abundosa y alimenta un Safareig próximo. Can Pau, cuya torre cuadrangular domina el valle, se encuentra en medio de una hoyada que prolonga el valle y se conoce como Es Racó, desde el que asciende a las casas una senda. El grupo de casas cuenta aún con otra torre común de factura moderna. Viejos olmos y nogales, algunos limoneros aislados, cerezos, higueras, granados y naranjos animan la escena.

Desde el camino que lleva al Port de Sa Calobra, una empinada senda empedrada asciende entre carrizos y matorrales hasta los altos otrora cultivados y en donde cabe reconocer todavía la presencia de una era, en busca de la torre de Sa Calobra o de Sa Penya Roja que domina los peñascales que delimitan la rada. Vemos desde aquí los torturados farallones que han agrietado la lluvia y domina el Puig Major, el cortado Torrent de Pareis con los dos cerros que delimitan el puerto, y parte del valle de Sa Calobra. La torre redonda, construida en 1596, ligeramente terraplenada en la base, de 7 varas de diámetro y parapeto en barbeta, presenta una puerta cuadrangular guardada en lo alto por ventanas con aspilleras en los sólidos muros erigidos hacia dentro.

El camino desciende desde Can Palou a través de plantaciones de olivos y algarrobos al tiempo que brinda una íntima y limitada panorámica del puerto de Tuent. El terreno se hace ora de color cobrizo ora ocremente calcáreo.

El escaso arable de Tuent se puebla de olivos y algarrobos; a la derecha del valle, en medio del grisazul del olivar destacan Can Palou y Can Xispa.

 

 

Una vez salvado el caudaloso torrente que atraviesa el valle de Tuent empieza el lento ascenso por el camino de piedra escalonado en la otra ladera, que nos va abriendo una vista progresivamente amplia de la playa arenosa al pie, donde los pescadores varan a menudo sus barcas. El terrenos aparece dispuesto en angostos bancales de olivos, laboriosamente cultivaos entre grandes bloques de piedra. Pasamos junto a la casa de Capapuig, alquería sencilla pero elegante, con entrada en forma arco de medio punto y majestuoso almez a la puerta. Los escarpados de la Mola revelan su agreste belleza. Alcanzamos el Serradell de Capapuig inmediato a la Costera, donde se nos interpone una barrera junto a la cual crecen algunos pinos. Tan hermosa es la vista hacia el oeste como la del valle de Tuent que dejamos atrás. A la izquierda del camino se encuentra Sa Cova de Sa Costera, oquedad con una estalactita en el centro a modo de puntal, que con el pintoresco puerto a modo de fondo y al sol que levanta tenues calinas crea una imagen tan misteriosa como bella.

Cerca del mar brota un manantial, Sa Font des Verger, una de las más abundantes de Mallorca, que según la tradición, sirvió otrora a una fundición de hierro cuyo mineral era extraído en las inmediaciones, donde pueden verse aún los restos de la antigua edificación.

Sinuoso camino adelante ascendemos al primer valle, dejamos a la derecha el que lleva a la Costera, y salvando una barrera proseguimos lentamente por el Coll de Biniamar arriba donde crecen algunas encinas y medra pujante el carrizo. Corona el Coll de la Seca o Coll de Bàlitx la torre Seca, cuya construcción fue ordenada en 1580 y terminada en 1584. La vía cruza ahora unas areniscas orilladas de grandes bloques de piedra de fantástica morfología, antes de descender al valle de Bàlitx con sus bancales de olivos y otrora una antigua alquería. En mitad de este vasto valle artesiforme se encuentra no lejos de un exuberante naranjal la majestuosa casa de Bàlitx d’Avall."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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